Las últimas cifras de nuestra economía
La crisis "subprime" provocó, entre otros efectos, una orientación de las inversiones institucionales hacia "commodities", lo que dio un nuevo impulso a sus precios y una fuerte inyección de liquidez en EE.UU. por diversas vías, que incluyeron la reducción de tasas de interés. Esto causó una depreciación del dólar y ha inducido a otros países a subir sus tasas de interés para evitar apreciaciones adicionales en su moneda. En este cuadro, son inevitables las presiones inflacionarias.
Éstas son evidentes en Chile y se reflejan en el IPC de mayo: 1,2 por ciento, lo que llevó a 8,9 por ciento la inflación en un año. Lejos de converger a la meta de largo plazo del Banco Central (entre dos y cuatro por ciento), parece alejarse de ella. Además, la inflación subyacente (que excluye frutas, verduras y combustibles) ha alcanzado 8,4 por ciento anualizada, habiéndose acelerado en los primeros cinco meses de 2008. El gran riesgo para el banco emisor es que se desanclen las expectativas inflacionarias de largo plazo, sobre todo porque la economía chilena es muy indexada. Si eso ocurre, alcanzar el rango meta tomará mucho tiempo. De allí que, en su reunión mensual de política monetaria, el próximo martes, el Banco Central deba evaluar cuidadosamente sus opciones. Con la información disponible, subir la tasa de interés es una de las más probables. Avanzar en esa dirección debería facilitarse por el hecho de que la Reserva Federal ha sugerido que está llegando a su fin el período de bajas tasas de interés. Además, diversos antecedentes sugieren que el mundo estaría en vías de superar los desequilibrios producidos por las reacciones a la crisis "subprime".
El Imacec de abril, en cambio, superior a las expectativas del mercado, si bien no es una cifra que pueda contentar a las autoridades y agentes económicos chilenos, permite atenuar el pesimismo despertado por las cifras económicas del primer trimestre, que indicaron una expansión de la actividad económica de sólo tres por ciento. El 4,8 por ciento de abril se acerca más al crecimiento tendencial de nuestra economía. En todo caso, este cuadro reconfirma la urgencia de redoblar los esfuerzos para asegurar un crecimiento más elevado.
Éstas son evidentes en Chile y se reflejan en el IPC de mayo: 1,2 por ciento, lo que llevó a 8,9 por ciento la inflación en un año. Lejos de converger a la meta de largo plazo del Banco Central (entre dos y cuatro por ciento), parece alejarse de ella. Además, la inflación subyacente (que excluye frutas, verduras y combustibles) ha alcanzado 8,4 por ciento anualizada, habiéndose acelerado en los primeros cinco meses de 2008. El gran riesgo para el banco emisor es que se desanclen las expectativas inflacionarias de largo plazo, sobre todo porque la economía chilena es muy indexada. Si eso ocurre, alcanzar el rango meta tomará mucho tiempo. De allí que, en su reunión mensual de política monetaria, el próximo martes, el Banco Central deba evaluar cuidadosamente sus opciones. Con la información disponible, subir la tasa de interés es una de las más probables. Avanzar en esa dirección debería facilitarse por el hecho de que la Reserva Federal ha sugerido que está llegando a su fin el período de bajas tasas de interés. Además, diversos antecedentes sugieren que el mundo estaría en vías de superar los desequilibrios producidos por las reacciones a la crisis "subprime".
El Imacec de abril, en cambio, superior a las expectativas del mercado, si bien no es una cifra que pueda contentar a las autoridades y agentes económicos chilenos, permite atenuar el pesimismo despertado por las cifras económicas del primer trimestre, que indicaron una expansión de la actividad económica de sólo tres por ciento. El 4,8 por ciento de abril se acerca más al crecimiento tendencial de nuestra economía. En todo caso, este cuadro reconfirma la urgencia de redoblar los esfuerzos para asegurar un crecimiento más elevado.
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