28 junio 2008

Chile: Responsabilidad del B. Central – blogs el mercurio - editorial

blogs el mercurio, 28/06/2008

Tras varios meses de sucesivas decisiones del Banco Central -en especial desde la rebaja de intereses de fines de 2007-, parece estar consolidándose un convencimiento en torno a la necesidad de una política monetaria más austera, que modere el exceso de gasto que ya pocos discuten. Las rebajas de interés parecen estar olvidadas, y ahora se habla con soltura de nuevas alzas, incluso mayores que las hasta ahora observadas.

El diagnóstico ha cambiado hasta tal punto, que en los últimos días ya no se culpa tanto a la situación internacional por nuestras alzas de precios y por la pérdida de dinamismo de la economía.

En materia inflacionaria, se ha dicho que el desborde de nuestros precios responde a "shocks" externos, opinión que viene cambiando bastante en los meses pasados. En materia de actividad, su declive se justificaría en parte por el enrarecido escenario económico internacional y por factores específicos que afectan a nuestra economía.

No obstante, una variedad de argumentos apunta a una mayor responsabilidad de la política interna y a un deficiente diagnóstico.

Es cierto que la economía mundial ha enfrentado una sumatoria de importantes alzas de precios, tanto en los productos energéticos como en varios "commodities", incluyendo algunos importantes rubros alimentarios. Sin embargo, el orden de magnitud con que estos "shocks" se han traspasado a incrementos de inflación es muy diferente en Chile que en el resto del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, efectivamente la inflación ha aumentado, bordeando actualmente el cuatro por ciento en 12 meses, pero con la importante diferencia de que la inflación subyacente se encuentra en la mitad de dicho valor, mientras en nuestra economía ambas inflaciones se hallan en niveles muy similares. En general, tomando incluso las economías emergentes en su conjunto, u otras con menor nivel de desarrollo que el nuestro, no se encuentran ejemplos en que la tasa de inflación se haya multiplicado más de tres veces en los últimos 18 meses.

La principal explicación del desborde inflacionario que enfrentamos está en un crecimiento excesivo del gasto, fuertemente influido por los desembolsos del sector público; en un crecimiento efectivo superior al potencial -particularmente en el sector no transable-, y en una reacción tardía y equivocada de nuestra autoridad monetaria, que subió poco y tarde la tasa de interés y que, además, intervino el mercado cambiario, evitando el ajuste natural a la baja que experimentaba el tipo de cambio. Todo lo anterior, con un enfoque más político que técnico.

En materia de crecimiento, los tradicionales mecanismos de transmisión de las crisis externas sobre nuestra economía no se han presentado, al menos hasta ahora. El primero y más directo es un deterioro en los términos de intercambio, cuestión que evidentemente no se ha dado. El segundo mecanismo habitual de transmisión es a través de restricciones al crédito o encarecimiento significativo de éste en los mercados financieros internacionales. Nuevamente -en parte gracias a la extraordinaria solvencia que presentan nuestras cuentas externas y fiscales-, ello no se ha dado.

Si nuestra economía ha deteriorado su desempeño en materia de crecimiento, se debe más que nada a nuestros propios problemas -algunos relativamente "exógenos", como el encarecimiento de los energéticos o la inicial escasez de lluvias-, y a otros claramente de cosecha propia, como las malas señales que entrega una agenda legislativa que privilegia las políticas asistencialistas redistributivas por sobre las que promueven un mayor crecimiento.

Menor crecimiento

La fuerte baja del ritmo de crecimiento de nuestra economía se explica sólo en parte por problemas específicos recientes. La razón de fondo son problemas que se arrastran hace bastante tiempo y con efectos más permanentes: un mercado laboral caro y rígido; una regulación ambiental confusa, lenta y discrecional; baja eficiencia en las políticas públicas, particularmente en educación; un sistema tributario caro, confuso y distorsionador; un deterioro en la calidad de las políticas macroeconómicas; en fin, una política fiscal responsable, pero que, por su sesgo fuertemente expansivo, en la práctica ha complicado mucho el control de la inflación. Contra ese telón de fondo es que nuestra prestigiada autoridad monetaria ha sufrido los reveses de equivocarse en sus pronósticos sobre inflación y reaccionar en forma tardía e insuficiente. Muy pocos advirtieron que el Banco Central estaba errado en sus políticas: intentar simultáneamente controlar la inflación, no afectar la actividad y subir el nivel del tipo de cambio son objetivos contradictorios. Sea porque cometió errores técnicos en sus diagnósticos o por presiones políticas, el Banco Central erró al actuar tardíamente y sin la fuerza suficiente.

El 8,9 de inflación en 12 meses a mayo es el mayor en 19 años y sería del 11 por ciento de no haber intervenido la autoridad en las tarifas del transporte público, los subsidios al uso del Fondo de Estabilización de los Combustibles, el recorte de impuesto a éstos y los subsidios a las tarifas eléctricas. La inflación, bien medida, se habría multiplicado por cuatro desde comienzos del año pasado.

Este conjunto de factores explica que el último índice de expectativas económicas de Adimark muestre su peor nivel en varios años. Las razones de nuestro mal desempeño económico de los últimos tiempos son internas. Pueden ser revertidas, pero no lo serán mientras no las asumamos como problemas propios.

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