El Tiempo, 27/07/2008
Desde hace 15 años el mundo no vivía una turbulencia económica tan grande como la actual, que además se acentuó hace exactamente un año cuando explotó la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos.
Lo que el mundo ha vivido en los últimos 12 meses ha sido la continuación de factores que venían incubándose desde hace varios años y que han sido identificados.
Relajamiento de las condiciones para el otorgamiento de créditos con el fin de impulsar la economía en E.U. tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, un aumento de la demanda que no ha sido atendida totalmente por la oferta, ausencia de controles a complicados instrumentos que favorecen la especulación financiera y hasta los extraordinarios costos de la guerra en Irak, como lo indica un importante premio Nobel de economía.
Así, se está viviendo una aceleración de la inflación mundial, menores expectativas de crecimiento, caída en el consumo y un mayor desempleo.
En este escenario de incertidumbre en el que se mueve el mundo, empresas y bancos en América, Europa y Asia han soportado menores ganancias y en varios casos fuertes pérdidas, lo que también ha impulsado los despidos.
De todas maneras, otros hechos no han sido menos importantes en la actual coyuntura. La devaluación del dólar y por lo tanto una mayor importancia del euro en las operaciones de comercio internacional marcan una agenda en la que las economías emergentes, encabezadas por China e India parecen ser las que más aguantan el impacto de la desaceleración.
Así se lo dijo a EL TIEMPO Juan Pablo Fuentes, economista de la firma calificadora Moodys en Nueva York, quien considera que esas naciones muestran signos de un menor crecimiento.
Un factor preocupante del panorama actual de la economía es que los síntomas de la crisis se están dando en medio de altos precios de los combustibles, hecho que se diferencia de otros momentos cuando se asociaba la menor dinámica productiva con bajas en el consumo del petróleo y sus derivados y por lo tanto depresión en el precio.
Para ilustrar la situación actual hay que mencionar que solamente en el último año el precio del petróleo ha registrado un incremento de precio del 100 por ciento y aunque en las últimas semanas ha mostrado bajas, la proyección de los expertos lleva la cotización a los 150 dólares al finalizar el 2008.
Inflación, el mayor problema
Pero en lo que los analistas coinciden al unísono es en que la inflación es el problema más delicado, incluso más que el del crecimiento, dado que afecta con mayor intensidad a las economías más pobres y además es difícil y demorada de solucionar.
José Juan Ruiz Gómez, economista jefe y director del área de estrategia y análisis del Grupo Santander en España para América, también aseguró a EL TIEMPO que de 150 países sobre los que hay seguimiento en sus indicadores, ya hay 85 con inflaciones de dos dígitos en los 12 últimos meses, "un club al que merece la pena no pertenecer".
Este riesgo de altos precios, profundizó el analista, ni por ética, ni por seguridad de las democracias su puede permitir que avance.
Al respecto, el Fondo Monetario Internacional, (FMI) en su más reciente evaluación macroeconómica señalaba que este indicador cerrará el 2008 sobre el 4,7 por ciento, cifra que no se veía desde hace ocho años, mientras que el crecimiento medido como Producto Interno Bruto (PIB) estará sobre el 2,5 por ciento, más de 1,2 puntos porcentuales por debajo de lo registrado en el 2007.
En este contexto, los alimentos son los que más han subido de precio. Solo basta observar que varios de los principales cereales que componen la canasta familiar, el arroz, el maíz, el trigo y la soya han presentado en los últimos dos años alzas de más del 110 por ciento en promedio.
A manera de ejemplo hay que mencionar que varios países europeos como España y Alemania tienen serias preocupaciones porque la inflación ha llegado a niveles récord del último lustro con el 3 y el 4,7 por ciento en términos anualizados respectivamente.
Al otro lado del mundo, la gigantesca economía china ha venido arrastrando una escalada de precios que también está por encima del 8 por ciento en términos anuales y en Estados Unidos las cosas no pueden estar peor, pues la inflación llegó en junio al 5 por ciento en términos anuales, una cifra que no se veía desde hace 17 años.
De esta manera, según analistas, es necesario tomar medidas efectivas y a tiempo para corregir los desequilibrios, pues de lo contrario la rápida desaceleración actual evolucionará en menos de dos años hacia una recesión, es decir una caída neta del crecimiento.
Cuidado con las soluciones
Sin embargo, hay que tener cuidado con el remedio que se utilizará para enfrentar los altos precios, pues la fórmula más utilizada y que consiste en subir las tasas de interés puede empeorar la situación económica al generar deterioro crediticio y un menor consumo.
Por eso, el subdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI), John Lipsky, dijo hace pocos días que los Gobiernos y organismos reguladores necesitan impulsar medidas "decisivas" e "innovadoras" para salvaguardar la estabilidad.
Para el analista de Moodys, en el inmediato futuro se presentará un aumento del desempleo en el mundo desarrollado, una mayor aversión al riesgo, cuantiosas perdidas financieras en Estados Unidos y como principal elemento el aumento de la inflación.
A mediano plazo la situación podría cambiar pues el precio de los productos básicos experimentarán una caída sostenida debido al debilitamiento de la demanda mundial, hecho que ya comenzará a afectar el crecimiento en regiones como Latinoamérica.
Pero en otra orilla se ubican quienes a la desaceleración económica le hayan explicación en los inmensos gastos destinados por E.U. y otros países de occidente a la guerra en Irak.
El premio Nobel de economía del 2001, Joseph Stiglitz, ha dicho en su libro 'La guerra de los tres billones de dólares' que la invasión estadounidense a Irak ha agravado los problemas económicos que la potencia padece actualmente y considera que trimestralmente E.U. gasta en el conflicto unos 50.000 millones de dólares.
"Si situamos esa cantidad en su marco, con una sexta parte de lo que se ha gastado en la guerra los E.U. podrían dotarse de una base económica sólida para su sistema de seguridad social durante más de medio siglo, sin reducir las prestaciones ni aumentar las contribuciones", afirma.
Así mismo, la destinación de grandes extensiones de suelo fértil para cultivar maíz y otros productos con destino a la fabricación de biocombustibles no termina de convencer a analistas.
El economista especialista en desarrollo sostenible Jeffrey Sachs, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, (E.U.) y consejero especial del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha insistido en que destinar enormes extensiones de tierra para la producción de biocombustibles tenía sentido hace algunos años, cuando había muchos alimentos y costaban poco dinero, pero no ahora, cuando hay pocos alimentos, cada vez más caros, y el hambre se extiende, no tiene razón de ser, lo que ha desatado disturbios en varias partes del mundo.
El experto señaló que la reducción "significativa" de los programas de biocombustibles de la Unión Europea y, sobre todo, de Estados Unidos -donde el 30 por ciento del maíz cultivado se usa para ese fin- sería una buena manera de luchar contra la escasez actual.
Ante el panorama en materia de precios, suministro de alimentos y combustibles, algunos han planteado la necesidad de no dejar de lado viejas teorías que hace 30 o más años se creían exageradas y alarmistas, relacionadas con el límite del desarrollo.
Un informe realizado por el Instituto Tecnológico de Massachussets en 1972, poco antes de la primera crisis de suministro de petróleo, llamado Los límites del crecimiento, recreó el crecimiento de la población, la economía y el incremento del daño ecológico de la población sobre la tierra en los próximos 100 años.
El principal argumento del informe indicaba que en un planeta limitado, no es posible un continuo crecimiento económico, y estos límites pueden ser de dos tipos: de recursos naturales y de la capacidad de la tierra para absorber la polución sin mermar la calidad del medio ambiente.
Por ese motivo, los autores consideraron como una posible solución a este colapso el "crecimiento cero" o "estado estacionario", deteniendo el crecimiento exponencial de la economía y la población, de modo que el uso de los recursos naturales que quedan no sean mermados por el crecimiento económico para que de esa forma puedan perdurar más en el tiempo.
En una posición menos dramática se ubica el premio Nobel de economía de 1998, Amartya Sen, quien en su reciente obra Primero la gente. Una mirada desde la ética del desarrollo a los principales problemas del mundo globalizado, aborda entre otros temas el del consumo.
Al hacer mención a un estudio de la Royal Society del 2000, en el que se menciona que las actuales tendencia del consumo son insostenibles y que se necesita introducir profundos cambios en los estilos de vida de la mayor parte de los países de mayor desarrollo, comenta que a pesar de ser una tarea difícil, las personas, como agentes que razonan (en vez de limitarse a ser pacientes con necesidades), deben abordar un debate público junto con el surgimiento y mantenimiento de prioridades ambientalmente favorables.
HOLMAN RODRIGUEZ M.
REDACCIÓN INTERNACIONAL