El País, Javier Lafuente, 17/07/2008
Verano de 2007. La Reserva Federal de Estados Unidos pierde el control de los tipos de interés. Emerge un tsunami económico que se expande por todo el mundo y cuyo fin muy pocos conocen. Las economías más poderosas empiezan a tambalearse. Los países emergentes, más vulnerables, sienten el azote con mayor intensidad si cabe. Sin embargo, ahora, un año más tarde, América Latina, acostumbrada a ser engullida por cualquier crisis a las primeras de cambio, afronta la desaceleración en unas condiciones óptimas gracias al crecimiento del último lustro.
En tiempos recientes, la región ha superado una serie de pruebas que han propiciado esta situación. Saber hacer bien los deberes ha sido el primer obstáculo superado. Es decir, América Latina, siempre con el riesgo que conlleva generalizar al hablar de una región compuesta por 21 países, ha aprendido de los errores del pasado: antes, la dependencia del capital extranjero era crucial para el sustento del país; cualquier susto alejaba a los financieros. La situación actual, con una crisis cuyo epicentro ha sido el mundo desarrollado, ha mostrado lo contrario.
"Todas las economías tuvieron que cambiar la estrategia de juego y acumular reservas como si no hubiera mañana. Así, en cierta medida, dejaban de depender del mercado y de los intereses extranjeros; ahora dependerían de ellos mismo", argumenta Eduardo Morón, de la Universidad del Pacífico de Perú.
Este argumento explica, en cierto modo, por qué en la región no preocupa excesivamente la subida de los precios de las materias primas. "Latinoamérica es cada vez menos dependiente de las materias primas; es un test adicional", opina José Luis Escrivá, economista y director del Servicio de Estudios del BBVA.
No depender de nadie ha provocado que el endeudamiento de muchos países sea menor si se compara con el nivel de cuando afrontaron otras crisis económicas. "Ha habido avances en términos de estabilidad macroeconómica; rigor en las políticas fiscales y monetarias. La región tiene un sistema financieron muy sólido", explica Escrivá.
La posición firme de los bancos centrales ha sido también clave para encarar esta época de incertidumbre. No han esperado a ver qué ocurría con los mercados europeos. Brasil, Chile o México son claros ejemplos de países en los que, con sus altibajos, prevalece una estabilidad macroeconómica.
Las ocho elecciones presidenciales que se celebraron en 2006 han influido también en el devenir económico de la región. Si bien en términos políticos se puede hablar de un giro a la izquierda en América Latina, lo que ha dado verdaderos frutos ha sido una política económica más bien propia de una izquierda pragmática, que tiene su principal valedor y liderazgo en el Gobierno brasileño de Lula.
No hay duda de que Brasil es la niña bonita de la región. Su crecimiento económico superó incluso los objetivos recogidos en el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC): un 5,4%, casi dos puntos por encima de la media de los últimos años, según recoge el Observador Económico Financiero de Caja Madrid.
"La gestión de [el presidente brasileño] Lula, contra todo pronóstico, ha sabido conjugar la solución a los problemas sociales con una estabilidad macroeconómica; ha sido el ejemplo que han seguido muchos otros países de la región", opina José Manuel Martínez, economista del Servicio de Estudios de Caja Madrid.
Además de Brasil, hay otros cuatro países que forman un particular G-5 de alumnos aventajados: Colombia, Perú, Chile y México, si bien los dos últimos viven horas bajas. En el caso de México, que cuenta con el aval de haber superado la crisis de 2001, su proximidad a Estados Unidos puede acelerar o generar un mayor impacto en su economía.
Por el momento, las familias que dependían de las remesas procedentes del país vecino han visto cómo ha menguado su ya dañada economía diaria. Hasta ahora se enviaban más de 20.000 millones de dólares desde Estados Unidos. Pero el Banco de México (Banxico) ha encendido la alarma. Entre enero y abril, el volumen de las remesas que llegan de Estados Unidos cayó un 2,37%, un porcentaje mínimo pero que desequilibra el gasto de cientos de miles de hogares.
Son los países con Gobiernos más populistas los que encaran esta crisis en peores condiciones. Es el caso de Bolivia o de Venezuela, donde, de acuerdo al informe de Caja Madrid, "el crédito al consumo avanza a tasas superiores al 130% desde 2004; cada vez son más evidentes las rigideces en la oferta y la escasez de bienes".
¿Se puede decir entonces que América Latina está vacunada contra la crisis? Ni mucho menos. La región aguanta las embestidas del tsunami de hace un año mientras mira de reojo a la inflación, que planea en el horizonte, cada vez menos lejano, desde hace meses. El verdadero riesgo para la región podría llegar a finales de año o en 2009. "La región está conectada a economías potentes, por lo que no hay que presumir un derrumbe en los tipos de cambio; lo verdaderamente alarmante y que tiene preocupados a los países de la región es la inflación", asegura Eduardo Morón.
Ni siquiera es probable que Brasil escape de la quema. La economía que mejor se ha comportado los últimos años, con la divisa más fuerte, ha visto cómo la inflación se ha convertido en el problema estrella: en marzo se incrementó hasta el 4,7% y obligó a subir los tipos, rompiendo un ciclo de tres años de bajadas continuas.
La contrapartida corresponde a Venezuela. Con una tasas de inflación cercanas al 35%, el Gobierno de Hugo Chávez no se verá afectado por el elevado precio del petróleo. Pese a ello -o gracias a ello-, será el único país que quede eximido de los efectos negativos de la subida del crudo.
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