blogs el mercurio, 09/12/2008
La crisis financiera internacional elevó el ahorro, por precaución, lo cual contrajo la demanda por bienes y servicios durables. Sin embargo, en esta oportunidad, una clasificación según destino de las exportaciones chilenas revela pocas diferencias: la recesión es mundial, y el peligro de ser víctima del proteccionismo está cubierto en casi todos los destinos, gracias a la red de tratados de libre comercio firmados desde 1990.
La evidencia recolectada por las 23 oficinas comerciales de ProChile indica que las exportaciones de materias primas son las más perjudicadas, porque son insumos para bienes durables, especialmente minerales, celulosa, insumos de construcción, harina de pescado y maderas. Esto reitera el patrón del ciclo económico que Chile sigue hace un siglo y medio: la especialización en recursos naturales utilizados para producir bienes durables, y que se producen en plantas con fuertes economías de escala, implica depender de mercados mundiales en los que la demanda es inelástica a precio, y la oferta también. Esto hace que los precios internacionales de esas exportaciones fluctúen más que otros frente a un cambio en la demanda mundial.
El impacto en las exportaciones de productos agrícolas es muy heterogéneo: por una parte, los precios internacionales de alimentos como granos y lácteos industriales (queso y leche en polvo a granel) han caído violentamente, siguiendo al petróleo crudo. Por otra, las ventas de productos agrícolas premium han caído, pero su precio ha sufrido poco, revelando que producir directamente para el consumidor final da mayor estabilidad en los ingresos por venta.
También caen los servicios de consumo con efectos durables en el tiempo, como el turismo. Quizá más curioso, los alimentos dirigidos al hogar parecen aumentar sus ventas en las crisis, porque sustituyen salidas a restaurantes. Es el caso de la fruta fresca, del vino barato y de algunas carnes.
La depreciación del peso chileno refleja el efecto de la crisis sobre el conjunto de los sectores productores de bienes y servicios transados internacionalmente. Por eso, los sectores exportadores cuyas caídas de ingreso sean menores que el promedio gozarán de aumentos de margen, empleo y utilidades. Esto deja lecciones para una eventual mitigación de los efectos de la crisis en Chile: no conviene subsidiar a productores marginales de minerales, como se ha solicitado a Enami, pues eso bloquea una reasignación de recursos de trabajo y capital hacia la exportación de alimentos dirigidos al hogar, que es más eficiente.
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