El País, 15/08/2008, por Claudi Pérez.
Estados Unidos, origen y epicentro de la sacudida financiera que castiga los mercados desde hace ya un año, no tiene enormes problemas; puede que sus bancos estén al borde del ataque de nervios, pero la primera economía del mundo capea bien el temporal. Las principales víctimas de las hipotecas basura no están precisamente en la Quinta Avenida de Nueva York o junto a los inacabables maizales de Iowa, sino en las calles de Berlín, París y Roma: la zona euro anunció ayer que su economía cayó un 0,2% en el segundo trimestre. Se trata del primer retroceso desde la introducción del euro, hace ya 10 años, e incluso desde la creación de los registros de Eurostat, en 1995. Y, lo más grave, con los grandes en el furgón de cola: Alemania, Francia e Italia presentan fuertes caídas del PIB y anticipan problemas. Más problemas.
Tras unos años a ritmo de rock, ahora toca blues: la zona euro sigue creciendo en términos interanuales (un 1,5%), pero a mucha menor velocidad que en el largo periodo de bonanza -y de excesos- que acabó desembocando en la crisis actual.
La amenaza de la temida recesión (una caída de la economía durante dos trimestres consecutivos, según la definición académica) se hace cada vez más patente. Tras una notable expansión, Europa se ha dado de bruces con la inacabable crisis financiera y crediticia, con un horizonte marcado por la explosión de la burbuja inmobiliaria en varios países. Con el petróleo más caro que en los años setenta, la inflación en niveles máximos, el euro por las nubes y los bancos restringiendo el crédito y temiendo por la salud de sus estados financieros. Y para más inri, con la subida de tipos de julio, que endurece aún más las condiciones monetarias.
El viento puede empezar a cambiar para bien en los mercados de divisas y energético. "El petróleo y las materias primas empiezan a relajarse y eso se dejará notar en la inflación. Y el dólar parece haber terminado con un largo periodo de debilidad y empieza a ganarle terreno al euro, lo que podría recuperar las exportaciones alemanas e italianas", afirma Antonio Villarroya, analista del banco de inversión Merrill Lynch en Londres. Hasta ahí las buenas noticias. "Las malas son tan abundantes que en el siguiente semestre podemos atravesar la delgada línea roja que nos separa de la recesión", añade este experto.
Las causas de esta situación son conocidas. El BCE explicó ayer que la caída del PIB de la eurozona refleja "una ralentización a nivel global, y los efectos de los elevados precios de los alimentos y la energía", a lo que hay que añadir el efecto estadístico del fuerte crecimiento del trimestre anterior -especialmente en Alemania-, que ahora pasa factura, y el final de la boom inmobiliario en países como España e Irlanda. Y un último factor: la confianza ha desaparecido de un plumazo de todo lo que tenga que ver con la economía. Los índices de confianza del consumidor y de la industria europea están por los suelos.
Las cifras del PIB por países son como un parte de guerra. Estonia presenta el retroceso trimestral más pronunciado (0,9%), pero lo peor es el varapalo de la locomotora alemana (0,5%), de Italia y soprendentemente también de Francia (0,3% ambos). En el lado contrario, Eslovaquia y Lituania presentan aún crecimientos trimestrales superiores al 1%, pero tienen una dimensión muy inferior. España -al igual que economías de tamaño medio como la holandesa- sigue prácticamente estancada, con un tímido avance del 0,1% entre abril y junio que le permite seguir por encima de la media europea, pero con un deterioro galopante en prácticamente todas sus grandes cifras que ayer no impidió al presidente José Luis Rodríguez Zapatero sacar pecho: "Seguimos creciendo más que la zona euro y la UE y estamos mejor que nuestros socios europeos".
La caída del PIB de la zona euro no es precisamente una excepción. La economía japonesa cerró el segundo trimestre con un retroceso mayor, del 0,6%. Países tan dispares como Canadá, Dinamarca o Nueva Zelanda están al borde o ya en plena recesión. Sin embargo, la economía estadounidense avanzó un sorprendente 0,5% en el segundo trimestre del año, a pesar del desplome inmobiliario y del efecto devastador de las subprime sobre los bancos y los mercados.
Los expertos no son precisamente optimistas. El futuro de la economía europea apunta a una estructura de expectativas y esperanzas nada atractiva. "El parachoques que separa la economía de la recesión prácticamente ha desaparecido", explicó Aurelio Maccario, del italiano Unicrédito, informa Bloomberg. Frente al optimismo de la Comisión Europea y del BCE -"la economía permanecerá relativamente resistente, beneficiándose del alza de los países emergentes"-, los analistas calculan que las probabilidades de llegar a la recesión en los próximos meses superan ya el 50%, según UBS. "La auténtica desaceleración no ha hecho más que empezar", cierra David Kohl, economista jefe de Julius Baer.
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