blogs el mercurio, 14/08/2008
El IPC de julio aumentó en 1,1 por ciento respecto del mes anterior. Así, por segundo mes consecutivo, la inflación anualizada se ubicó en 9,5 por ciento, muy superior al 3,8 por ciento anualizado que se observó en igual mes de 2007. Esto sorprendió a los analistas y elevó inmediatamente la expectativa de inflación para diciembre de este año, situándola en ocho por ciento, medio punto porcentual más alta que hace un mes. Es probable que se cumpla la predicción de una moderación en la inflación, sobre todo porque agosto, septiembre y noviembre tuvieron variaciones de precios relativamente importantes en 2007. Pero en el actual escenario no cabe descartar del todo que la inflación lleve a un nivel de precios mayor. De hecho, ya se anticipa para agosto una variación del IPC en torno a 0,8 por ciento. Las últimas cifras sugieren que las alzas de precios no están acotadas a algunos productos, sino que comienzan a mostrar un impacto más amplio. La economía nacional ha sido tradicionalmente muy indexada. Los años de baja inflación hicieron olvidar ese hecho, pero ahora que la inflación ha subido tan rápido en pocos meses, ese fenómeno puede manifestarse con fuerza.
Con todo, según la encuesta que realiza el Banco Central, las expectativas de los economistas se mantienen, a dos años plazo, dentro del rango meta definido por aquél, con una proyección de 3,8 por ciento. Eso sugiere que el mercado anticipa que la autoridad monetaria logrará controlar la inflación en el futuro inmediato. Por cierto, para lograrlo debe seguir actuando con decisión. Muchos especialistas han recomendado que hoy, en su reunión de política monetaria, suba la tasa en medio punto porcentual. Es una recomendación sensata en las actuales circunstancias. En el corto plazo, la tasa de política monetaria no es particularmente contractiva si se considera que la tasa de inflación que proyectan los encuestados por el Banco Central a un año plazo es de 5,5 por ciento. Por tanto, no caben vacilaciones. Es cierto que la debilidad de la economía mundial, sobre todo en EE.UU. y Europa, ha comenzado a moderar los precios de los "commodities", en particular los del petróleo, augurando una menor presión sobre nuestros precios internos. Pero el efecto definitivo dependerá de la trayectoria del dólar y de las señales del fisco. El Gobierno parece decidido a presentar una Ley de Presupuestos poco expansiva, pero aún no hay claridad respecto de qué significa eso.
En todo caso, la demanda agregada sigue relativamente fuerte y desalineada de la capacidad de crecimiento potencial de la economía. Ésta difícilmente se expandirá si no se acometen reformas, como las del mercado laboral, que eleven su productividad. Así, el Banco Central tiene poco espacio para una política distinta de la de subir la tasa de política monetaria en 50 puntos base.
El control de la inflación es de hondo contenido social, porque ella afecta principalmente a los hogares de menores ingresos, que no pueden defenderse. Por eso, como lo señaló el ministro de Hacienda, las alzas de precios son en este momento el "enemigo público número uno" de nuestro país.
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