Clarín.com, 13/08/2008 - Matías Longoni Alcanzará los 50 millones de toneladas. El Gobierno buscó frenar la oleaginosa. Las razones de una tendencia que no se detiene. (ver video en enlace a noticia) Si los espías estadounidenses son tan buenos como se dice, la soja en la Argentina promete seguir gozando en 2009 de muy buena salud. En su primera estimación sobre la próxima cosecha del poroto, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) pronosticó que se recolectarán aquí 49,5 millones de toneladas, unas 3 millones de toneladas más que este año.
El USDA también calculó ayer que la Argentina producirá en la campaña que se inicia, la 2008/09, algo menos de cereales. Si se cumplen sus pronósticos, realizados en base a una puntillosa tarea de inteligencia del agregado agrícola norteamericano y cuantiosas imágenes satelitales, la cosecha de maíz sería de 22 millones de toneladas, contra 20,4 millones del último ciclo. Y la de trigo llegaría a tan solo 13,5 millones de toneladas. Es decir, 2,5 millones de toneladas menos que las 16 millones logradas este año.
En este escenario, todo conduce a una profundización de la tan mentada "sojización" de la agricultura argentina, un proceso que arrancó en la campaña 2001/02 y no se detuvo más. A partir de allí, la producción de soja representa cerca del 50% de la cosecha total de granos. Vistos los números del USDA, en 2009 es muy posible que ese porcentaje crezca.
El de la sojización fue uno de los argumentos centrales a los que apeló el Gobierno para impulsar sus fallidas retenciones móviles. Se impuso un tributo mayor a la oleaginosa (llegó a tocar 48%), de manera de reducir su rentabilidad relativa frente a los otros cultivos y la ganadería, tanto de carne como de leche. Pero tras el revés lesgislativo de la Resolución 125, todo volvió a fojas cero: la soja sigue pagando 35% de retención fija, el trigo 28% y el maíz 25%. Aunque el nuevo secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, planeaba un retoque del impuesto de manera de establecer una diferencia de hasta 20 puntos porcentuales entre el poroto y los cereales, el Ejecutivo no considera aplicarlo por el momento. Prometió consensuarlo antes.
De todos modos, a poco del inicio de la siembra de granos gruesos, parece tarde para dar este tipo de debates, al menos pensando en esta campaña. Los productores volverían a inclinarse masivamente por la soja debido a que les garantiza cierta rentabilidad frente a ecuaciones que no aparecen tan favorables en otros rubros. Apuntala esto la fuerte suba de muchos costos productivos: respecto de 2007 el gasoil está 61% más caro, los fletes un 32%, la Urea un 84% y el herbicida glifosato 104%.
Frente a la incertidumbre de precios (tras fuertes subas en el primer semestre, los granos negociados en Chicago cayeron 30% el último mes y medio), la soja actúa además como refugio, porque requiere una inversión por hectárea bastante inferior a la que precisan el trigo y el maíz.
La continuidad de la sojización prenunciada por el USDA será una buena o mala noticia de acuerdo a quién sea que la analice. Los defensores de la oleaginosa recordarán que, con 49,5 millones de toneladas previstas, las exportaciones del poroto y sus derivados serán claves para la salud de las balanzas comercial y fiscal en 2009. En rigor, ya este año la soja aportará casi US$ 25.000 millones en embarques y unos 10.000 millones en retenciones. Sus detractores hablarán, en tanto, del peligro ambiental que supone el monocultivo y la falta de rotación de cultivos, entre muchas otras críticas que tienen eje en la soja.
Todo parece conducir a que sea el mercado -una vez más- el que defina el rumbo de la agricultura. El Estado seguirá siendo el gran ausente en este debate.
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