Blogs el mercurio, 11/11/2008
En una revisión de su Panorama Económico Mundial de hace tan sólo un mes, el Fondo Monetario Internacional proyectó para el próximo año un crecimiento de la economía mundial de sólo 2,2 por ciento. En octubre había proyectado 3 por ciento. Este cambio abrupto es una indicación del impacto causado por la crisis financiera que detonó a mediados de septiembre y que produjo durante octubre una caída histórica de las bolsas mundiales.
Según las nuevas estimaciones de ese organismo internacional, las economías avanzadas decrecerían 0,3 por ciento el próximo año. El mes pasado, el FMI proyectaba una variación positiva de 0,5 por ciento. Para esas economías, sería el primer crecimiento negativo proyectado desde la Segunda Guerra Mundial. También se revisa significativamente a la baja el crecimiento de las economías emergentes, de 6,1 a 5,1 por ciento. El impacto sobre estos últimos países ocurre principalmente por el menor precio de sus bienes de exportación, en particular commodities, y la menor demanda mundial por sus productos.
Se ha ido superando la iliquidez provocada por dicha crisis, pero ahora comienzan a aparecer sus efectos en la economía real. El desempleo se encuentra al alza en las principales economías del mundo. En EE.UU. alcanzó a 6,5 por ciento en octubre, el más alto desde 1994. Las utilidades de las empresas también están a la baja, y las expectativas de los consumidores muestran niveles históricamente deprimidos. En este escenario, es difícil anticipar cómo se comportarán las economías en los próximos trimestres. El FMI advierte que los riesgos respecto del crecimiento económico mundial están más bien a la baja, aunque hace ver que sus estimaciones no han considerado eventuales estímulos fiscales que los gobiernos de las principales economías pudiesen llevar adelante para promover el crecimiento. Éstos, hasta ahora, se han concentrado en proveer liquidez a la economía. El gobierno de Bush se ha manifestado contrario a un nuevo estímulo fiscal, pero en su primera conferencia de prensa, tras su triunfo en las urnas, el Presidente electo Barack Obama sugirió que estaría considerando una medida de esa naturaleza. En Europa también se debate esta posibilidad. Por su parte, China anunció un impulso fiscal por 586 mil millones de dólares hasta 2010, lo que hizo recuperarse a los mercados accionarios en el día de ayer.
En Chile, las cifras de crecimiento de septiembre mostraron un vigor inesperado, con una expansión de 5,5 por ciento respecto de igual período de 2007. Es la cara amable de la alta expansión de la demanda agregada que se ha registrado durante el año, muy por sobre la expansión de la capacidad productiva del país. Como consecuencia de ello, la inflación no muestra signos de ceder: su variación mensual fue de 0,9 por ciento en octubre, llevando la tasa anualizada a 9,9 por ciento, cifra que no se veía desde hace 14 años. Esta situación revela que no se puede confiar (como muchos analistas auguraban) en que la crisis se va a hacer cargo de la alta inflación del país.
Con todo, la tendencia declinante en los precios de los alimentos y las materias primas, en particular el petróleo, y la contracción de la demanda por la crisis económica internacional debieran contribuir en algún momento al control de precios. Entretanto, el Banco Central no tiene mayor espacio para relajar la política monetaria.
Dicha contracción es el principal temor de los hombres de negocios, después de que los tres primeros trimestres de 2008 fueran extraordinariamente buenos. Ese ciclo está llegando claramente a su fin y las proyec-ciones de los economistas para 2009 sugieren que la economía crecería en torno a 2,5 por ciento, cifra que si bien no es auspiciosa, tampoco es dramática en el contexto económico internacional.
En una revisión de su Panorama Económico Mundial de hace tan sólo un mes, el Fondo Monetario Internacional proyectó para el próximo año un crecimiento de la economía mundial de sólo 2,2 por ciento. En octubre había proyectado 3 por ciento. Este cambio abrupto es una indicación del impacto causado por la crisis financiera que detonó a mediados de septiembre y que produjo durante octubre una caída histórica de las bolsas mundiales.
Según las nuevas estimaciones de ese organismo internacional, las economías avanzadas decrecerían 0,3 por ciento el próximo año. El mes pasado, el FMI proyectaba una variación positiva de 0,5 por ciento. Para esas economías, sería el primer crecimiento negativo proyectado desde la Segunda Guerra Mundial. También se revisa significativamente a la baja el crecimiento de las economías emergentes, de 6,1 a 5,1 por ciento. El impacto sobre estos últimos países ocurre principalmente por el menor precio de sus bienes de exportación, en particular commodities, y la menor demanda mundial por sus productos.
Se ha ido superando la iliquidez provocada por dicha crisis, pero ahora comienzan a aparecer sus efectos en la economía real. El desempleo se encuentra al alza en las principales economías del mundo. En EE.UU. alcanzó a 6,5 por ciento en octubre, el más alto desde 1994. Las utilidades de las empresas también están a la baja, y las expectativas de los consumidores muestran niveles históricamente deprimidos. En este escenario, es difícil anticipar cómo se comportarán las economías en los próximos trimestres. El FMI advierte que los riesgos respecto del crecimiento económico mundial están más bien a la baja, aunque hace ver que sus estimaciones no han considerado eventuales estímulos fiscales que los gobiernos de las principales economías pudiesen llevar adelante para promover el crecimiento. Éstos, hasta ahora, se han concentrado en proveer liquidez a la economía. El gobierno de Bush se ha manifestado contrario a un nuevo estímulo fiscal, pero en su primera conferencia de prensa, tras su triunfo en las urnas, el Presidente electo Barack Obama sugirió que estaría considerando una medida de esa naturaleza. En Europa también se debate esta posibilidad. Por su parte, China anunció un impulso fiscal por 586 mil millones de dólares hasta 2010, lo que hizo recuperarse a los mercados accionarios en el día de ayer.
En Chile, las cifras de crecimiento de septiembre mostraron un vigor inesperado, con una expansión de 5,5 por ciento respecto de igual período de 2007. Es la cara amable de la alta expansión de la demanda agregada que se ha registrado durante el año, muy por sobre la expansión de la capacidad productiva del país. Como consecuencia de ello, la inflación no muestra signos de ceder: su variación mensual fue de 0,9 por ciento en octubre, llevando la tasa anualizada a 9,9 por ciento, cifra que no se veía desde hace 14 años. Esta situación revela que no se puede confiar (como muchos analistas auguraban) en que la crisis se va a hacer cargo de la alta inflación del país.
Con todo, la tendencia declinante en los precios de los alimentos y las materias primas, en particular el petróleo, y la contracción de la demanda por la crisis económica internacional debieran contribuir en algún momento al control de precios. Entretanto, el Banco Central no tiene mayor espacio para relajar la política monetaria.
Dicha contracción es el principal temor de los hombres de negocios, después de que los tres primeros trimestres de 2008 fueran extraordinariamente buenos. Ese ciclo está llegando claramente a su fin y las proyec-ciones de los economistas para 2009 sugieren que la economía crecería en torno a 2,5 por ciento, cifra que si bien no es auspiciosa, tampoco es dramática en el contexto económico internacional.
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