Temas económicos
Fuente: blogs el mercurio, 26/04/2008
Intervenciones cambiarias
Se cumplen dos semanas desde que el Banco Central de Chile anunció que intervendría en el mercado cambiario. Se trata de una intervención bien pensada, como decimos, pero, como es evidente, no es la panacea.
Al final es obvio que sólo cambios en variables fundamentales, como la relación gasto/producto, el precio del cobre y el valor del dólar en los mercados internacionales, tendrán efectos permanentes y significativos en el valor de la divisa.
La intervención de la autoridad monetaria en Chile consiste en la compra de 8 mil millones de dólares de aquí a diciembre en programas de compras que se anunciarán mes a mes. Hasta el momento la compra total ha sido de 500 millones de dólares. Desde el anuncio de intervención, el efecto en el precio de la divisa ha sido, con altibajos, entre dos y cinco por ciento, lo que está en línea con los efectos moderados que tienen en términos generales las historias de las intervenciones en diversas partes del mundo en distintas épocas.
Más allá de la discusión sobre los efectos de la intervención, que por supuesto es polémica porque es difícil saber cuál hubiera sido el precio de la divisa sin esa medida, es importante destacar sus principales rasgos.
Por una parte se trata de montos elevados en un período relativamente corto de tiempo, lo que permite concentrar fuerzas en dicho período y lograr eventualmente mayores efectos. En segundo lugar, evitó la tentación de marcar precio al dólar.
Lo discutible es lo referido a las razones que dio el instituto emisor para justificar su intervención. Se sostuvo, como la explicación clave, que se debía a la necesidad de aumentar la cantidad de reservas internacionales del Banco Central ante la compleja situación por la que atraviesan los mercados financieros en las economías desarrolladas.
Es discutible este argumento en un país donde el fisco acumula más de 20 mil millones de dólares de activos y que a fines de año probablemente llegarán a alrededor de 35 mil millones de dólares, en que el precio del cobre está en torno a los cuatro dólares la libra y en que el superávit de cuenta corriente es cuantioso.
Se podrá argumentar que es distinto que las reservas las tenga el fisco o que la cuenta corriente a precio del cobre de tendencia es bastante menor (incluso déficit), pero lo cierto es que es evidente que el motivo central de la intervención es apuntalar el precio de la divisa en una situación que se estima que está transitoriamente baja (lo que, aunque se menciona, se deja como secundario en la explicación del Banco Central).
También es claro, por cierto, que la intervención estuvo influenciada por la fuerte presión que sobre la autoridad monetaria ejerció el mundo político y ciertos sectores empresariales.
Beneficios y costos
Es ampliamente aceptado que las intervenciones no son para cambiar tendencias, sino para corregir eventuales sobrerreacciones de mercado en relación al precio de la divisa. Ese sería su beneficio, lo que implica que evitaría dañar a sectores que, aunque son solventes a largo plazo, pueden quedar fuera de mercado por una situación coyuntural de apreciación excesiva. Desde el punto de vista de la autoridad monetaria también tiene un valor el que al intervenir descomprime la presión sobre la institución. Un posible costo, por cierto, es equivocarse en relación al valor fundamental de la divisa, con los problemas de señales y de asignación de recursos que ello conlleva. Otro es dar la señal de que se relaja la meta inflacionaria en pos de otras metas. El costo más concreto se refiere a las pérdidas que implica para el Banco Central. En efecto, para evitar el impacto monetario de la intervención, se emiten bonos cuya tasa de interés es superior a la de las reservas que se adquieren. Si se piensa en un diferencial de tasas de interés de equilibrio de entre dos y tres puntos porcentuales, entonces la pérdida anual y permanente para el Banco Central debido a esta intervención sería de alrededor de doscientos millones de dólares. Esto podría mitigarse con ganancias de capital si el tipo de cambio sube, aumentando con ello el valor de los activos. Lo cierto, no obstante, es que el capital del instituto emisor en la actualidad es negativo y supera, en términos absolutos, los cinco mil millones de dólares, lo que en parte importante se explica por intervenciones cambiarias del pasado. De ahí que se deban transparentar los costos de la intervención y se deba ser cuidadoso en el análisis que se haga a la hora de capitalizar al Banco Central.
En fin, se trata de una intervención inteligentemente realizada, pero, como es obvio, no es la panacea y tiene costos. Al final el valor de la divisa se mueve por las variables fundamentales ya señaladas. Sólo cuando estas variables cambien habrá efectos significativos y de mayor permanencia en el tipo de cambio.
Al final es obvio que sólo cambios en variables fundamentales, como la relación gasto/producto, el precio del cobre y el valor del dólar en los mercados internacionales, tendrán efectos permanentes y significativos en el valor de la divisa.
La intervención de la autoridad monetaria en Chile consiste en la compra de 8 mil millones de dólares de aquí a diciembre en programas de compras que se anunciarán mes a mes. Hasta el momento la compra total ha sido de 500 millones de dólares. Desde el anuncio de intervención, el efecto en el precio de la divisa ha sido, con altibajos, entre dos y cinco por ciento, lo que está en línea con los efectos moderados que tienen en términos generales las historias de las intervenciones en diversas partes del mundo en distintas épocas.
Más allá de la discusión sobre los efectos de la intervención, que por supuesto es polémica porque es difícil saber cuál hubiera sido el precio de la divisa sin esa medida, es importante destacar sus principales rasgos.
Por una parte se trata de montos elevados en un período relativamente corto de tiempo, lo que permite concentrar fuerzas en dicho período y lograr eventualmente mayores efectos. En segundo lugar, evitó la tentación de marcar precio al dólar.
Lo discutible es lo referido a las razones que dio el instituto emisor para justificar su intervención. Se sostuvo, como la explicación clave, que se debía a la necesidad de aumentar la cantidad de reservas internacionales del Banco Central ante la compleja situación por la que atraviesan los mercados financieros en las economías desarrolladas.
Es discutible este argumento en un país donde el fisco acumula más de 20 mil millones de dólares de activos y que a fines de año probablemente llegarán a alrededor de 35 mil millones de dólares, en que el precio del cobre está en torno a los cuatro dólares la libra y en que el superávit de cuenta corriente es cuantioso.
Se podrá argumentar que es distinto que las reservas las tenga el fisco o que la cuenta corriente a precio del cobre de tendencia es bastante menor (incluso déficit), pero lo cierto es que es evidente que el motivo central de la intervención es apuntalar el precio de la divisa en una situación que se estima que está transitoriamente baja (lo que, aunque se menciona, se deja como secundario en la explicación del Banco Central).
También es claro, por cierto, que la intervención estuvo influenciada por la fuerte presión que sobre la autoridad monetaria ejerció el mundo político y ciertos sectores empresariales.
Beneficios y costos
Es ampliamente aceptado que las intervenciones no son para cambiar tendencias, sino para corregir eventuales sobrerreacciones de mercado en relación al precio de la divisa. Ese sería su beneficio, lo que implica que evitaría dañar a sectores que, aunque son solventes a largo plazo, pueden quedar fuera de mercado por una situación coyuntural de apreciación excesiva. Desde el punto de vista de la autoridad monetaria también tiene un valor el que al intervenir descomprime la presión sobre la institución. Un posible costo, por cierto, es equivocarse en relación al valor fundamental de la divisa, con los problemas de señales y de asignación de recursos que ello conlleva. Otro es dar la señal de que se relaja la meta inflacionaria en pos de otras metas. El costo más concreto se refiere a las pérdidas que implica para el Banco Central. En efecto, para evitar el impacto monetario de la intervención, se emiten bonos cuya tasa de interés es superior a la de las reservas que se adquieren. Si se piensa en un diferencial de tasas de interés de equilibrio de entre dos y tres puntos porcentuales, entonces la pérdida anual y permanente para el Banco Central debido a esta intervención sería de alrededor de doscientos millones de dólares. Esto podría mitigarse con ganancias de capital si el tipo de cambio sube, aumentando con ello el valor de los activos. Lo cierto, no obstante, es que el capital del instituto emisor en la actualidad es negativo y supera, en términos absolutos, los cinco mil millones de dólares, lo que en parte importante se explica por intervenciones cambiarias del pasado. De ahí que se deban transparentar los costos de la intervención y se deba ser cuidadoso en el análisis que se haga a la hora de capitalizar al Banco Central.
En fin, se trata de una intervención inteligentemente realizada, pero, como es obvio, no es la panacea y tiene costos. Al final el valor de la divisa se mueve por las variables fundamentales ya señaladas. Sólo cuando estas variables cambien habrá efectos significativos y de mayor permanencia en el tipo de cambio.
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