Menor crecimiento mundial
El FMI recortó a 3,7 por ciento su proyección de crecimiento mundial para 2008. Cabe recordar que en septiembre del año pasado estimaba un incremento de 4,8 por ciento, que en enero corrigió a 4,2. Es una revisión significativa, que se explica en forma importante por un menor crecimiento esperado de las economías industrializadas. Éstas crecerían apenas 1,3 por ciento, destacando el bajo incremento de la actividad en Estados Unidos, de sólo 0,5 por ciento.
Entre 2004 y 2007, el mundo vivió un período de gran dinamismo, en el que el crecimiento global promedio por año fue de 4,8 por ciento. El crecimiento esperado para 2008 es muy similar al proyectado para 2009 y del mismo orden de magnitud del de 2003 (3,6 por ciento), pero todavía muy superior a los de 2001 y 2002 (2,2 y 2,8 por ciento, respectivamente). La gran diferencia es que, en la actualidad, las economías emergentes mantendrían un elevado crecimiento, si bien algo inferior al de los años previos.
Entre las economías emergentes siguen destacando China e India, que crecerían sobre ocho y nueve por ciento, respectivamente. También sobresalen los crecimientos de Rusia y los países de la ex Unión Soviética, con un promedio del orden de siete por ciento. América Latina crecería en un modesto 4,4 por ciento, que si bien es superior al crecimiento mundial, es muy inferior al del promedio de los otros países emergentes. Según el FMI, las dos principales economías de la región, Brasil y México, tendrían desaceleraciones importantes.
Ese organismo sostiene que su sesgo en materia de crecimiento global es a la baja. Así, si se profundiza la crisis financiera en EE.UU. y también en otros países desarrollados, se produciría una contracción del crédito mayor que la ya observada, con consecuencias adicionales sobre el mundo industrializado. En este escenario, es difícil pensar que no serían finalmente afectados los países en vías de desarrollo. Los bancos centrales de los principales países han reaccionado inyectando liquidez a los mercados para evitar que se dé un cuadro como el descrito, pero la crisis ha cobrado tales proporciones, que aún no es posible descartarlo. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha bajado fuertemente la tasa de interés, y esto incluso en un escenario en el que los riesgos inflacionarios no se han disipado.
Por su parte, el precio del petróleo sigue su escalada y ya ha superado los 117 dólares. El del cobre ha estado en torno a los cuatro dólares en las últimas semanas, y el resto de los precios de los bienes primarios no cede. De hecho, una de las grandes diferencias de esta desaceleración a nivel global y otras anteriores es que en esta oportunidad el precio de estos bienes ha subido en términos generales, lo que, por cierto, está relacionado con la fortaleza económica del mundo emergente y con la depreciación del dólar en los mercados internacionales.
Para Chile se espera una desaceleración en el crecimiento, que llegaría este año a 4,5 por ciento, algo superior a lo que están esperando los analistas locales. Con todo, nuestro país ha tenido una política macroeconómica responsable, el fisco ha acumulado cuantiosos activos externos y la cuenta corriente de la balanza de pagos exhibe un importante superávit. Por eso, Chile se encuentra bien preparado para enfrentar incluso mayores turbulencias externas. Aun así, ello no resta fuerza a la urgente necesidad de reformas para acelerar en forma estructural nuestro crecimiento económico.
Entre 2004 y 2007, el mundo vivió un período de gran dinamismo, en el que el crecimiento global promedio por año fue de 4,8 por ciento. El crecimiento esperado para 2008 es muy similar al proyectado para 2009 y del mismo orden de magnitud del de 2003 (3,6 por ciento), pero todavía muy superior a los de 2001 y 2002 (2,2 y 2,8 por ciento, respectivamente). La gran diferencia es que, en la actualidad, las economías emergentes mantendrían un elevado crecimiento, si bien algo inferior al de los años previos.
Entre las economías emergentes siguen destacando China e India, que crecerían sobre ocho y nueve por ciento, respectivamente. También sobresalen los crecimientos de Rusia y los países de la ex Unión Soviética, con un promedio del orden de siete por ciento. América Latina crecería en un modesto 4,4 por ciento, que si bien es superior al crecimiento mundial, es muy inferior al del promedio de los otros países emergentes. Según el FMI, las dos principales economías de la región, Brasil y México, tendrían desaceleraciones importantes.
Ese organismo sostiene que su sesgo en materia de crecimiento global es a la baja. Así, si se profundiza la crisis financiera en EE.UU. y también en otros países desarrollados, se produciría una contracción del crédito mayor que la ya observada, con consecuencias adicionales sobre el mundo industrializado. En este escenario, es difícil pensar que no serían finalmente afectados los países en vías de desarrollo. Los bancos centrales de los principales países han reaccionado inyectando liquidez a los mercados para evitar que se dé un cuadro como el descrito, pero la crisis ha cobrado tales proporciones, que aún no es posible descartarlo. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha bajado fuertemente la tasa de interés, y esto incluso en un escenario en el que los riesgos inflacionarios no se han disipado.
Por su parte, el precio del petróleo sigue su escalada y ya ha superado los 117 dólares. El del cobre ha estado en torno a los cuatro dólares en las últimas semanas, y el resto de los precios de los bienes primarios no cede. De hecho, una de las grandes diferencias de esta desaceleración a nivel global y otras anteriores es que en esta oportunidad el precio de estos bienes ha subido en términos generales, lo que, por cierto, está relacionado con la fortaleza económica del mundo emergente y con la depreciación del dólar en los mercados internacionales.
Para Chile se espera una desaceleración en el crecimiento, que llegaría este año a 4,5 por ciento, algo superior a lo que están esperando los analistas locales. Con todo, nuestro país ha tenido una política macroeconómica responsable, el fisco ha acumulado cuantiosos activos externos y la cuenta corriente de la balanza de pagos exhibe un importante superávit. Por eso, Chile se encuentra bien preparado para enfrentar incluso mayores turbulencias externas. Aun así, ello no resta fuerza a la urgente necesidad de reformas para acelerar en forma estructural nuestro crecimiento económico.
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