14 marzo 2009

Argentina - Una política antiexportadora – La Nación

La Nación, editorial II, 14/03/2009

La muy importante disminución de las exportaciones nacionales no parece haber despertado gran preocupación por parte del gobierno nacional. La reducción operada en las ventas externas de enero último del 36 por ciento respecto del mismo mes del año pasado es de una magnitud tal que deberían prenderse luces rojas en lo más alto del poder. No se trata, por cierto, de un hecho aislado, a juzgar por las estimaciones de que los 70.600 millones de dólares exportados en 2008 se reducirían a 54 mil millones en el año que corre, con una merma, entonces, del 24 por ciento, una predicción que a la luz del comportamiento de importantes sectores parece optimista. La combinación entre menores cantidades vendidas y menores precios provoca tales resultados. Las importaciones por su lado, al retroceder un 38 por ciento respecto del mismo mes del año pasado, contribuyeron al aislamiento del país.

Un tema central de la merma exportadora pronosticada es la disminución de las producciones de trigo, maíz, girasol y soja, en 26 millones de toneladas, habida cuenta de los 96 millones recolectados en el ciclo agrícola anterior, que bajarían a 70 millones. Esta cifra se retroalimentaría en unos 5 millones, computando las debatidas reservas de grano en poder de los productores. Carnes vacunas, lácteos, frutas y hortalizas tendrán su participación declinante, tanto por sus menores cantidades vendidas como por sus precios mundiales. La fuerte declinación de los precios del petróleo aportará lo suyo. En este escenario, la reacción de la administración nacional no resulta suficiente para procurar aprovechar las oportunidades existentes de incrementar las ventas al exterior. Las negociaciones existentes con el campo están mostrando la renuencia a abrir las compuertas del comercio exterior. Prueba de ello es la negativa a tocar las retenciones, cuya magnitud en medio de una crisis exportadora es de difícil comprensión, teniendo en cuenta que las naciones competidoras en el mundo procuran precisamente lo contrario. Viene al caso una referencia a la política triguera, ya que la siembra del cereal comenzará en el Norte dentro de unas seis semanas, sin que existan señales acerca de cuál será el diseño que permita revertir la crisis de tan importante cultivo, que conlleva el abastecimiento del mercado brasileño, con su riesgosa erosión de la preferencia arancelaria del Mercosur.

La renuencia a derogar el sistema de encajes que obliga a los industriales exportadores de carnes a retener en sus depósitos el 65 por ciento de su stock de carne vacuna es un recurso claramente antiexportador, así como lo es la reiteración de la intervención del secretario de Comercio Interior para frenar su precio, o también el mantenimiento de las cuotas de exportación de carnes por empresa, que deteriora la competencia en el sector.

En otro orden, se ha conocido la paralización de la devolución de los reintegros correspondientes a las exportaciones industriales, que suman 600 millones de pesos, a los que se añaden devoluciones del IVA a los exportadores por un monto que se estima similar y que suma entonces 1200 millones de pesos. En un escenario de esta naturaleza se ha citado a todos los embajadores del país en el mundo con el propósito de estimularlos a promover las ventas nacionales. Sería francamente desopilante el conocimiento de las conversaciones de pasillo entre diplomáticos que se preguntan cómo incrementar las exportaciones de un país que se autoimpone su limitación.

Nuestra balanza de comercio externo requiere imperiosamente el aumento de sus exportaciones, en lugar de recurrir a los expedientes proteccionistas de las importaciones que van en camino de crecer. La fuga de capitales existente en un contexto antiexportador constituye una combinación que presagia graves riesgos.

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