Ningún pronóstico anticipó la magnitud del recorte de tasa dispuesto esta semana por el Banco Central. La inédita rebaja de 250 puntos base -la mayor en su historia reciente- llevó el nivel de precios a 4,75 por ciento nominal anual. La realidad económica ha empeorado a una velocidad mayor que la prevista y la crisis se ha profundizado no sólo en el mundo, sino también en Chile, obligando al Banco Central a considerar el escenario más pesimista como el más probable. La economía nacional muestra hoy niveles de crecimiento cercanos a cero, la inflación ha caído drásticamente en el último trimestre y las exportaciones retrocedieron 40 por ciento en enero. Ahora sin la presión inflacionaria, la autoridad monetaria tiene holgura para hacer una política monetaria más agresiva.
Esta medida es una clara señal al mercado del crédito y pone nuevamente la atención en el sector privado, en particular sobre los bancos y el traspaso que ellos hagan de sus colocaciones. Un recorte de esta magnitud debería incidir en las tasas de corto plazo -líneas de créditos de empresas, créditos de consumo y tarjetas de crédito-, lo que estimularía el consumo y facilitaría el financiamiento del sector productivo. En el mediano plazo, y siempre que las expectativas de inflación futura caigan, el efecto debería trasladarse a las tasas de largo plazo -tasas hipotecarias y de financiamiento de proyectos de infraestructura-, claves para reactivar la inversión en la economía y evitar que Chile caiga en una recesión prolongada.
Se observa una evidente coordinación entre las políticas fiscal y monetaria. Así como la crisis bancaria en los años 80 obligó a reformular la regulación del sector financiero, la crisis asiática de los años 90 dejó como lección la necesidad de mayor coordinación entre Hacienda y el Banco Central. Las autoridades así lo han entendido. El Ministerio de Hacienda anunció a comienzos de enero un plan de estímulo fiscal por cuatro mil millones de dólares, que contó con apoyo transversal, y el Banco Central ha recortado audazmente la tasa en 350 puntos base desde enero hasta ahora.
Pero queda mucho trabajo por delante. El Gobierno debe lograr que los recursos de su plan de reactivación se ejecuten a tiempo. Hasta ahora, no hay certeza de que la burocracia permita que los proyectos de inversión se realicen a mediados de año, época especialmente sensible por la estacionalidad del desempleo. Tampoco la hay en cuanto a que la audacia del Banco Central sea suficiente para agilizar el mercado del crédito, porque para esto no basta sólo con que el costo del crédito sea menor, sino que también se requiere que no sea excesivo el riesgo implícito -esto es, la capacidad de pago de personas y empresas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario