Michael Porter, especialista de Harvard, expuso en seminario organizado por la U. del Desarrollo y revista Capital:
Máximo experto mundial critica que Chile no tenga una estrategia de competitividad de país
Mala educación pública, rigidez laboral y falta de una política energética de largo plazo son algunos frenos estructurales.
C. Rodríguez y R. Hirigoyen
"Vine a Chile hace tres años y quedé preocupado. Vuelvo hoy y ahora sí que estoy muy preocupado, porque no veo que Chile tenga una estrategia de país".
La frase fue una de las primeras que usó ayer Michael Porter -profesor titular de Harvard y "gurú" mundial de la competitividad- cuando comenzó su análisis sobre la realidad chilena.
¿El resultado? Un diagnóstico crudo y crítico, que se extendió por más de una hora y media y que fue seguido atentamente por las más de ochocientas personas que repletaron el centro de eventos Espacio Riesco para asistir al seminario organizado por la Universidad del Desarrollo y la revista Capital.
Sus planteamientos -adelantados en parte por "El Mercurio" en la entrevista publicada el domingo pasado- se centraron principalmente en la ausencia de una estrategia a nivel de país, lo que repercute directamente en las cotas de crecimiento de largo plazo.
El experto cuestionó tanto al Gobierno como al sector privado de que Chile no aborde en su agenda los temas de mayor importancia con propuestas de gran envergadura, sino sólo con políticas pequeñas, que pese a estar bien enfocadas, no dan soluciones integrales a los problemas. "Hay que plantear un escenario de amplio debate público-privado sobre el futuro y el desarrollo económico. Pero no lo veo", dijo Porter a los asistentes.
Sostuvo que nuestro país cumplió muy bien la definición de una estrategia primaria hace algunas décadas, como es el ordenamiento macroeconómico, la apertura comercial y la fortaleza de sus instituciones. Pero todavía no ha dado el salto a una segunda etapa.
"Cada vez que vengo hay más tratados de libre comercio, pero no hay nada nuevo que vender. Siguen vendiendo lo mismo", ironizó, ante la risa cómplice de varios destacados ejecutivos asistentes a la presentación.
En su análisis, el académico y autor, a comienzos de los ochenta, del libro "La Ventaja Competitiva" -el más importante en esta área de la administración de los últimos treinta años- enumeró los problemas estructurales de la economía chilena que, a su juicio, están frenando la competitividad y, así, el crecimiento.
En concreto, dijo que las debilidades vienen por la mala educación pública, las rigideces laborales, las deficientes políticas energéticas -que no han dado paso a una estrategia de largo plazo- y la sobreponderación del Estado y del centralismo en la toma de decisiones.
Porter explicó que si estos problemas no se enfrentan de manera profunda y radical, no se podrá mejorar la competitividad. "No se puede esperar que las cosas se solucionen solas".
Incluso -y respecto de las rigideces laborales-, Porter cuestionó expresamente los últimos cambios aplicados en materia de subcontratación. "¿De quién fue la idea de la subcontratación? ¿Por qué queremos bloquearla? ¿Cuál es el raciocinio?, ¿qué es lo que están pensando en Chile?", les preguntó a los asistentes.
A juicio del "gurú", estas fallas estructurales hacen que Chile esté creciendo sistemáticamente menos que el promedio de la región en los últimos años. Y lanzó una crítica sin anestesia a las explicaciones del equipo económico de la Presidenta Michelle Bachelet. "Cuando se crece 4% con el mejor precio histórico del cobre, no se está creciendo... se va para abajo".
Culpó también de esta situación a la baja productividad. Mostrando gráficos con cifras muy coincidentes con las reveladas recientemente por economistas y gremios empresariales, Porter evidenció el casi nulo crecimiento de la productividad en los últimos años. "La competitividad se basa en la productividad. Y en esto Chile no está bien", manifestó. "Chile debería ser como los países del este europeo o Asia".
En cuanto a propuestas, planteó la necesidad de crear clústeres -conjuntos de negocios de una misma industria- en las áreas en las que Chile es competitivo, como cobre o agricultura, destacando el caso del vino. A nivel internacional, dijo que un ejemplo a seguir es Singapur.
Mala educación pública, rigidez laboral y falta de una política energética de largo plazo son algunos frenos estructurales.
C. Rodríguez y R. Hirigoyen
"Vine a Chile hace tres años y quedé preocupado. Vuelvo hoy y ahora sí que estoy muy preocupado, porque no veo que Chile tenga una estrategia de país".
La frase fue una de las primeras que usó ayer Michael Porter -profesor titular de Harvard y "gurú" mundial de la competitividad- cuando comenzó su análisis sobre la realidad chilena.
¿El resultado? Un diagnóstico crudo y crítico, que se extendió por más de una hora y media y que fue seguido atentamente por las más de ochocientas personas que repletaron el centro de eventos Espacio Riesco para asistir al seminario organizado por la Universidad del Desarrollo y la revista Capital.
Sus planteamientos -adelantados en parte por "El Mercurio" en la entrevista publicada el domingo pasado- se centraron principalmente en la ausencia de una estrategia a nivel de país, lo que repercute directamente en las cotas de crecimiento de largo plazo.
El experto cuestionó tanto al Gobierno como al sector privado de que Chile no aborde en su agenda los temas de mayor importancia con propuestas de gran envergadura, sino sólo con políticas pequeñas, que pese a estar bien enfocadas, no dan soluciones integrales a los problemas. "Hay que plantear un escenario de amplio debate público-privado sobre el futuro y el desarrollo económico. Pero no lo veo", dijo Porter a los asistentes.
Sostuvo que nuestro país cumplió muy bien la definición de una estrategia primaria hace algunas décadas, como es el ordenamiento macroeconómico, la apertura comercial y la fortaleza de sus instituciones. Pero todavía no ha dado el salto a una segunda etapa.
"Cada vez que vengo hay más tratados de libre comercio, pero no hay nada nuevo que vender. Siguen vendiendo lo mismo", ironizó, ante la risa cómplice de varios destacados ejecutivos asistentes a la presentación.
En su análisis, el académico y autor, a comienzos de los ochenta, del libro "La Ventaja Competitiva" -el más importante en esta área de la administración de los últimos treinta años- enumeró los problemas estructurales de la economía chilena que, a su juicio, están frenando la competitividad y, así, el crecimiento.
En concreto, dijo que las debilidades vienen por la mala educación pública, las rigideces laborales, las deficientes políticas energéticas -que no han dado paso a una estrategia de largo plazo- y la sobreponderación del Estado y del centralismo en la toma de decisiones.
Porter explicó que si estos problemas no se enfrentan de manera profunda y radical, no se podrá mejorar la competitividad. "No se puede esperar que las cosas se solucionen solas".
Incluso -y respecto de las rigideces laborales-, Porter cuestionó expresamente los últimos cambios aplicados en materia de subcontratación. "¿De quién fue la idea de la subcontratación? ¿Por qué queremos bloquearla? ¿Cuál es el raciocinio?, ¿qué es lo que están pensando en Chile?", les preguntó a los asistentes.
A juicio del "gurú", estas fallas estructurales hacen que Chile esté creciendo sistemáticamente menos que el promedio de la región en los últimos años. Y lanzó una crítica sin anestesia a las explicaciones del equipo económico de la Presidenta Michelle Bachelet. "Cuando se crece 4% con el mejor precio histórico del cobre, no se está creciendo... se va para abajo".
Culpó también de esta situación a la baja productividad. Mostrando gráficos con cifras muy coincidentes con las reveladas recientemente por economistas y gremios empresariales, Porter evidenció el casi nulo crecimiento de la productividad en los últimos años. "La competitividad se basa en la productividad. Y en esto Chile no está bien", manifestó. "Chile debería ser como los países del este europeo o Asia".
En cuanto a propuestas, planteó la necesidad de crear clústeres -conjuntos de negocios de una misma industria- en las áreas en las que Chile es competitivo, como cobre o agricultura, destacando el caso del vino. A nivel internacional, dijo que un ejemplo a seguir es Singapur.