Si hace algo más de tres semanas, cuando tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales, los encuestadores pasaron al banquillo por haberse presuntamente equivocado en la predicción de los resultados, ahora el turno es para los analistas económicos. Y es que nadie, ni siquiera los más optimistas, esperaba que el Producto Interno Bruto de Colombia registrara una tasa de crecimiento de 4,4 por ciento en el primer trimestre del 2010. De hecho, el promedio aritmético de las apuestas hechas por una docena de firmas apenas llegó a 3,5 por ciento e incluso una cuarta parte de los sondeados insistió en un número inferior al 3 por ciento. Como resultado, todos están haciendo cuentas de nuevo sobre lo que puede pasar en un año que se suponía muy mediocre y ahora pinta mucho mejor.
En respuesta, no faltará quien diga que el desfase tuvo que ver con un cambio en la base de la información, el cual fue realizado por el Dane, que ahora toma como referencia al 2005 y no al 2000. Más que una modificación de fecha, la nueva metodología incorpora variaciones profundas que comprenden la ponderación de algunos sectores en el PIB o datos puntuales más precisos o mejor calculados. Debido a ello, y para sólo citar un ejemplo, resulta que el crecimiento de la economía en el 2006 fue de 7,2 y no de 6,9 por ciento como se había informado previamente, mientras que el año siguiente fue de 6,1 y no de 7,5 por ciento. Por su parte, la cifra del 2009 es ahora de 0,8 por ciento, el doble de lo reportado hace tres meses.
Sin embargo, más allá de un efecto meramente estadístico, todo indica que el aparato productivo realmente está andando más rápido de lo que se preveía. Eso, por cierto, le ha ocurrido a muchos países del mundo que, con excepciones como la de Europa, están marchando a una velocidad más alta después de pasar un bache profundo. Y, de paso, ha permitido un escenario más favorable para el intercambio comercial y los precios de los productos primarios, que constituyen la mayoría de las ventas de Colombia.
Buena parte de lo ocurrido tiene que ver igualmente con el consumo de los hogares que experimentó un repunte del 3,5 por ciento, tal como lo confirman los sondeos entre la población, en donde se nota un gran optimismo. Eso, junto al gasto del Gobierno Nacional y de las municipalidades en infraestructura, ha servido para que haya más gasolina de la esperada. De tal manera, resulta lógico que la construcción haya vuelto a ser el sector líder. Y es que de un lado, las obras civiles experimentaron un salto de 37,9 por ciento, gracias al desarrollo de más proyectos viales, mientras que el ritmo edificador se estabilizó. Gran parte del mérito le corresponde a la política que estimuló al ramo de la vivienda, en donde soplan los vientos de la reactivación.
En forma paralela, era de esperarse el boom de la minería, que responde al auge de la inversión extranjera. Y es que no sólo la producción de petróleo va al alza, sino también la de carbón, oro y platino, una dinámica que debería continuar en los próximos meses y en los años por venir.
Por su parte, el comportamiento de la industria es aceptable, pero es indudable que la actividad manufacturera está todavía lejos de volver a los niveles que alcanzó hace un bienio. Dentro de los subsectores considerados cerca de una tercera parte sigue en rojo, lo cual devela que la recuperación está lejos de ser homogénea. Algo parecido le ocurre el comercio, a pesar de que las ventas han empezado a reaccionar.
También es importante la marcha del ramo agropecuario, con una caída del 1,3 por ciento, debido a la descolgada en la producción de café y de ganado bovino, a causa de factores climáticos. No obstante, si la cosecha del grano mantiene el ritmo alcista que fue evidente en abril y mayo, y las lluvias no vuelven a ser exageradas, es posible un cierre de año sustancialmente mejor y con saldos en negro.
Así las cosas, el panorama se ve más despejado. Falta, por supuesto, que el nuevo Gobierno envíe las señales adecuadas para que la confianza de consumidores y empresarios aumente, pero a juzgar por lo visto es muy probable que al finalizar el 2010 la realidad retorne de nuevo a superar a los pronósticos, que aún le apuestan a un crecimiento alrededor del 3 por ciento.
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