Clarín, Buenos Aires, Jorge Castro (Fuente: Analista) 25/04/2010
Commodities. Los países del Cono Sur no violan la ley de gravedad: son economías en crecimiento, en un mundo que demanda materias primas.
El precio del cobre pasó esta semana 8.000 dólares la tonelada (U$S 8.010/Tm), 3.35 dólares por libra, el mayor aumento desde agosto 2008, arrastrado por la demanda china -que consume un tercio de la oferta mundial de metales básicos-, y del resto de Asia. A ella se suman, con fuerza creciente, la de EE. UU., Unión Europea y Japón, que han comenzado a restablecer sus stocks previos a la crisis, lo que añadirá una demanda extra de casi 50% antes de julio. El precio del cobre sería así U$S 9.000/Tm a fin de año.
La historia del cobre es la expresión monográfica del crecimiento de la economía mundial. Sólo supera U$S 8.000/Tm en los booms económicos, lo que incluye los seis primeros meses de 2008, que fueron los de mayor auge de la economía mundial en 50 años.
Lo que ocurre con el cobre sucede con los otros metales -aluminio, zinc, níquel, estaño-, todos en su mayor nivel de precios de los últimos 20 meses. El mineral de hierro alcanzó el martes U$S 160.5/Tm, un incremento de 170% en un año. El cobre es entre los metales lo que la soja entre los granos. Chile es el principal exportador mundial de cobre, y 40% de sus ventas están constituidas por este metal; con estos precios, al concluir 2010, Chile habría cubierto los costos de reconstrucción exigidos por el terremoto del 27 de febrero.
El índice de precios de los commodities (The Economist) mostró en abril un alza de 29.1% anual, con un incremento de 71.6% en los metales, y un auge de 69.9% en el petróleo (U$S 87 / barril). La demanda mundial de metales superará a la oferta en 2011, y su precio aumentará otro 50% / 70%.
Brasil crece 5.5%/6% en 2010, pero en el primer trimestre aumentó 7.8% anual. Su tasa de inversión -19% del producto-, y su estructura fiscal, no le permiten crecer más de 4.5% anual, salvo que provoque un grave brote inflacionario. Brasil tendría este año un déficit de cuenta corriente de -2.9% del PBI, y un superávit comercial de sólo U$S 1.300 millones. Sin embargo, crece casi 8% anual, y la inflación no se ha disparado: sería 5.2% este año.
El superávit comercial de la Argentina podría alcanzar este año U$S 17.000 millones, con un aumento de 20% en las exportaciones, y un auge de 28% en las importaciones. Si el superávit es de U$S 17.000 millones, los ingresos provenientes del complejo agroalimentario -incluyendo los fiscales/retenciones- superarán los U$S 19.000 millones.
En términos netos, y en relación al producto per cápita, Argentina es el mayor exportador mundial de agroalimentos.
La estructura del superávit comercial es simple: dos tercios lo constituyen las exportaciones agroalimentarias, en donde China, como país individual, es su principal destino. El otro tercio son las ventas de automotores a Brasil, que crecen este año 40% o más. La industria automotriz vende más del 80% de su producción en el mercado brasileño.
Los tres indicadores que revelan la situación económica argentina son los siguientes: el gasto público crece 41% anual; los ingresos fiscales aumentan 20%; y la tasa de inflación, según el Indec combinado de siete provincias, supera 30% anual. En la Argentina previa al cambio de las condiciones mundiales, la cuestión no sería el estallido de la crisis, sino cuándo. Pero hay un cuarto dato, que quiebra el paradigma tradicional de las crisis argentinas: el superávit comercial treparía a U$S 17.000 millones, récord histórico.
No es que Chile, Brasil o Argentina violen la ley de gravedad. Lo que sucede es que son naciones en expansión en un mundo en crecimiento, donde los países más dinámicos del capitalismo global (China, Brasil) se han convertido en los mayores demandantes de lo que ellas exportan.
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