La República.com.uy , 14 de julio de 2011
Pese a indicar que existe un enrarecimiento del contexto económico global, la Cepal estima un crecimiento promedio de 4,7% para América Latina y el Caribe. Este guarismo implica una revisión al alza de su anterior previsión de 4,2%, realizada en diciembre pasado.
El Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2010-2011 difundido ayer por Cepal, explica la situación externa por la anemia de los países desarrollados, la sobre apreciación de las monedas locales y la persistencia de presiones especulativas e inflacionarias. Para los diez países de América del Sur la tasa media de crecimiento estimada es del 5,1%.
Según el estudio, la economía uruguaya se expandirá 6,8% este año y 4,5% en 2012, liderando el pelotón de los más dinámicos. Pese a estar inmersa dentro del mismo marco de influencia externa, nuestra economía crecerá considerablemente por encima del promedio regional.
Este crecimiento se caracteriza por una robusta demanda interna, sustentada por la mejora de los ingresos y el nivel de empleo, y una demanda externa, que dependiendo del mercado y del producto puede presentar distorsiones a la baja. Esto, según el organismo internacional, profundiza los dilemas de política macroeconómica.
Alertas
La Cepal advierte que la región se torna vulnerable a movimientos de capitales especulativos que buscan ganancias de corto plazo.
Al mismo tiempo llama la atención respecto a que pueden originarse burbujas en los precios de los activos financieros y de los mercados inmobiliarios. Otro frente distorsivo de los equilibrios macroeconómicos se deriva de la apreciación del tipo de cambio real, lo que su vez explica un deterioro del saldo de la cuenta corriente, a pesar de la mejora de los términos de intercambio.
La Cepal vuelve a advertir que el actual escenario de precios, con los alimentos en alza, además de implicar incidir en la suba de la inflación, supone fuertes presiones a una especialización productiva en el sector primario de la economía. Una "reprimarización" que supondría un incentivo a la desindustrialización.
Incentivos que podrían menguar debido a que la situación internacional, anemia o crisis en el mundo desarrollado, e inflación creciente en los emergentes que obliga a desacelerar sus economía, plantea un escenario de menos crecimiento para los próximos años.
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