La Vanguardia, .es, Marc Bassets, Washington - 03/08/2009 02:12
Estados Unidos ha evitado otra Gran Depresión. La ha evitado por poco, aunque, según los datos recién publicados, la recesión ha sido la peor desde la posguerra mundial.
Ahora, justo cuando la primera economía mundial empieza a asomar la cabeza, cuando lo peor parece haber pasado, se abre otro debate: ¿qué hacer para afianzar una recuperación que amenaza con ser lenta y laboriosa?
El primer problema, como han constatado estos días el presidente Barack Obama y sus asesores, es el
el desempleo (paro. Aunque la recesión, que empezó en diciembre del 2007, haya terminado, las empresas no han dejado de reducir personal y siguen siendo reacias a contratar. Como ha sucedido con recesiones anteriores, probablemente el ciudadano de a pie todavía tardará un tiempo en notar que la recesión ha terminado.
Esta semana está prevista la publicación de las cifras más recientes del desempleo, y muchos temen que, o ahora o en los próximos meses, la tasa de paro supere el 10%, una barrera psicológica que puede tener efectos en la credibilidad del presidente.
A cerca de 1,5 millones de estadounidenses, se les acabará el subsidio de desempleo a final de año, según 'The New York Times'. Unos nueve millones de parados estadounidenses reciben de media un subsidio de 300 dólares al mes, unos 212 euros.
El segundo problema es el déficit presupuestario, que ya supera el billón de dólares, unos 700.000 millones de euros, y, según muchos economistas, puede representar un lastre para la recuperación. Para la Casa Blanca, rebajar el déficit no es lo urgente: lo urgente es crear empleo, aun a costa de engrosar el déficit.
Pero el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha empezado a enviar señales de que ajustar la cuentas –ahora descontroladas– no será agradable, y que puede obligar a subir impuestos.
Después de saberse el viernes que, en el segundo trimestre del 2009, el producto interior bruto sólo decreció un 1%, tras caer un 6,4% en el primero, el equipo económico de Barack Obama envió ayer en varias entrevistas televisivas un mensaje de optimismo cauto: Estados Unidos volverá a crecer en el segundo semestre del 2009, pero "tomará tiempo hasta que esto se traduzca en la tasa de desempleo", según Larry Summers, consejero económico de la Casa Blanca.
Geithner advirtió que la tasa de desempleo, que ahora se sitúa en el 9,5%, quizá no alcance su punto más alto hasta la segunda mitad del 2010, lo que obligará a la Administración Obama y al Congreso a "estudiar de cerca" si es necesario prolongar los subsidios de desempleo.
La Casa Blanca –corroboró Summers– "hará lo necesario para garantizar que los beneficios para los desempleados estén disponibles".
El aumento continuado del paro, hasta niveles con escasos precedentes en las últimas décadas, también amenaza con lastrar la recuperación. El temor a quedarse sin empleo o a perder poder adquisitivo lleva a los estadounidenses a consumir menos, lo que acaba repercutiendo en el empleo y, de nuevo, en el consumo, que constituye un 70% del PIB.
Políticamente, el aumento del paro amenaza a la Casa Blanca. A sus adversarios en la derecha les puede servir para poner en cuestión la eficacia del multimillonario plan de rebajas fiscales e inversiones para reactivar la economía. En la izquierda, puede relanzar el debate sobre si es necesario otro plan de estímulo, que dispararía de nuevo el déficit pero podría propulsar la economía definitivamente.
La Casa Blanca, enfrascada en la batalla por la reforma sanitaria, descarta de momento la opción de un nuevo plan de estímulo. Según Summers, el plan actual empezará a tener efectos visibles en el desempleo en el 2010.
Y la Reserva Federal –el banco central de Estados Unidos– se ha quedado sin artillería. Con los tipos de interés entre el 0 y el 0,25%, los recursos para ayudar en la recuperación son limitados.
La Administración Obama empieza a preparar el terreno para afrontar el descontrol presupuestario una vez que la recuperación se haya afianzado. Los republicanos acusan al presidente de despilfarro. Al plan de estímulo puede sumarse ahora la también costosa reforma sanitaria.
"Hay que reducir el déficit a un nivel en el que lo que tomamos prestado del resto del mundo se establice a un nivel razonable", dijo ayer Geithner. "Y esto requerirá decisiones difíciles". A la pregunta de si implicará subir impuestos, respondió: "Haremos lo que sea necesario".