01 octubre 2005

Chile y las tecnologías de la información. Editorial del diario "La Tercera"



Chile y las tecnologías de la información
Fecha edición: 01-10-2005

Chile empieza a explotar el potencial de estas tecnologías, un terreno en el que apenas da los primeros pasos. Pero es algo en lo que no debe cejar, porque la alternativa es el estancamiento.

Como nunca antes, Chile es hoy un país con posibilidades reales de alcanzar el nivel de nación desarrollada, incluso, durante la próxima generación. Una expectativa que se basa en los avances del país, sobre todo en las dos últimas décadas, en términos de desarrollo económico y social. Pero que se consiga el objetivo también depende de que el país no caiga en el error de creer que el camino recorrido garantiza que se mantendrá -casi automáticamente- el rumbo correcto.

Por el contrario, la rapidez de los cambios en el mundo global en el que Chile se inserta en forma creciente dicta la necesidad de dotarse cuanto antes de las herramientas que permiten crecer y prosperar en un entorno internacional altamente competitivo. Y para esto, la plena adopción e integración de las tecnologías de la información es un paso insoslayable.

Que cuatro de los cinco hombres más ricos de Estados Unidos, según la revista Forbes, pertenezcan a la industria informática, da cuenta de su potencial de crear riqueza. Pero la viabilidad de la sociedad de la información, de la cual internet es hoy el principal pilar (aunque no el único), descansa en el hecho de que las organizaciones, empresas y personas tengan acceso a las tecnologías necesarias y, por cierto, sean educadas en su uso.

Ello pasa, primero, por una infraestructura adecuada, algo en lo que Chile ha hecho claros progresos: 600 mil usuarios de banda ancha en cinco años así lo indican. Con todo, los costos aún son altos en comparación con países desarrollados y ello -que constituye una barrera significativa para los niveles de ingreso promedio en Chile- tiene que ver con temas que la industria de las telecomunicaciones y los entes públicos que la regulan no pueden continuar postergando. Que no se pueda explotar todo el potencial de internet por conflictos sectoriales no resueltos tiene un costo difícil de dimensionar: los países que los resuelvan primero obtendrán ventaja competitivas considerables.

Sin embargo, sólo una población educada en el uso de las tecnologías de la información podrá sacarles el máximo provecho. Y eso requiere un decidido impulso estatal y privado tanto a iniciativas que hagan más accesible productos como el PC y la banda ancha, como asegurarse de que las personas adquieran las herramientas conceptuales para usarlos: es un aprendizaje indispensable. Los recursos que se inviertan en ello generarán un retorno difícil de cuantificar, pero no por ello menos real.

Hay señales de que Chile empieza a explotar el potencial de estas tecnologías. Portales de internet como el de del Servicio de Impuestos Internos, por ejemplo, son herramientas valiosísimas tanto para los contribuyentes como para el Fisco, como también lo son los distintos servicios públicos asequibles vía internet. Y la idea de susbsidiar el acceso a banda ancha conocida recientemente apunta a una clara conciencia de la importancia de que ésta sea una herramienta de amplia disponibilidad. Una iniciativa consistente, por lo demás, con programas como el de Mi Primer PC, que a pesar de algunas críticas, refleja voluntad de respaldar las palabras con hechos concretos.

Lo que distingue a las tecnologías de la información de otros importantes avances de la historia es que, por su relativo bajo costo -que puede llegar a ser cero en determinados esquemas- no sólo puede acceder a ellas una privilegiada minoría, como ocurrió, por ejemplo, con el teléfono o la televisión en sus inicios. Ello les da un carácter igualador que permite que, por ejemplo, pequeñas tiendas especializadas puedan competir con grandes cadenas; o que una Pyme tenga oficinas en varios países coordinadas a través de la red. También, por cierto, que personas comunes y corrientes puedan comunicarse en forma barata e instantánea con cualquier lugar del mundo, generando toda suerte de dinámicas y abriendo infinitas posibilidades.

Se trata de un terreno que Chile apenas comienza a explorar y explotar. Y de un esfuerzo en el que no debe cejar, porque la alternativa es, claramente, el estancamiento.

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