05 octubre 2005

La sociedad de la información y el Estado de bienestar. El modelo finlandés. Un estudio de Manuel Castells y Pekka Himanen.

Manuel Castells y Pekka Himanen*

El bienestar de la nación (I)

La sociedad de la información y el Estado de bienestar

A pesar de su importancia central, la economía informacional, con las innovaciones técnicas que subyacen a ella, no constituye más que una dimensión de la sociedad red. Para los ciudadanos, la pregunta decisiva es: ¿con qué tipo de dimensión social se combina este desarrollo tecnoeconómico? (…)
En el ámbito de la justicia social, la tendencia global dominante es que la sociedad red se conecte con aquellas personas que tengan valor para ella (creando aún mayor valor para esas personas) y desconecte a quienes carezcan de valor para ella (disminuyendo aún más su capacidad para adquirir valor). El resultado es la creciente injusticia social. Por ejemplo, la desigualdad de rentas está aumentando en la mayoría de los países avanzados y ahora es sumamente grande. (…) En Silicon Valley y Singapur la renta de la quinta parte más rica de la población es diez veces mayor aproximadamente a la de la quinta parte más pobre. En Finlandia, la cifra alcanza aproximadamente un tercio de este nivel. La misma diferencia entre tendencia global y el modelo finlandés se muestra en los índices de Gini (…)
La tendencia global es un resultado de la decadencia del Estado de bienestar, cuya tarea era garantizar la justicia social mediante la educación, la sanidad y las transferencias de renta. En su forma extrema, la injusticia social lleva a la exclusión social, en la que las personas a las que se deja vivir en la miseria no pueden cambiar su destino salvo, quizá, recurriendo al crimen como medio de supervivencia. La exclusión social es difícil de medir, pero la tasa de población reclusa, que se suele emplear para estimarla, ofrece un indicador de la escala de la exclusión (…)
Con la aparición de los distintos tipos de exclusión, la tendencia global ha puesto en entredicho la idea de desarrollo inclusivo, que era la tarea del Estado de bienestar.
Además de justicia social, el concepto de Estado social en sentido más amplio incluía la protección colectiva de los trabajadores. La economía informacional también ha debilitado esa dimensión porque ha introducido el concepto de mano de obra informacional, que no ser refiere únicamente a la cualificación en tecnologías informacionales y a la importancia central del procesamiento de información (símbolos), sino también a la organización de trabajo en red: el trabajo se organiza en torno a compañías como una red de la que se conectan y desconectan las personas, según las variables necesidades de los proyectos, participando den ella de forma temporal, a tiempo parcial y a través del autoempleo. Esto tiene como consecuencia contratos individualizados y unos niveles de sindicalización globales muy bajos (…) Por tanto, la idea del Estado de bienestar de salvaguardar los derechos de los trabajadores mediante contratos entre el Estado, los empresarios y los trabajadores se está convirtiendo más bien en la excepción que en la regla.
La desaparición del Estado de bienestar se manifiesta no solo en estas tendencias observables, sino también en lo que no puede observarse: está muy difundida la impresión de que el informacionalismo y le Estado del bienestar son antagónicos, pese a que o se hay producido un debate serio acerca de cómo pueden combinarse. Sin embargo, la idea de un Estado informacional del bienestar es posible. Su núcleo es un círculo virtuoso en el que la economía informacional y el Estado de bienestar se nutren mutuamente, incluyendo los elementos tradicionales de justicia social y la protección colectiva de los trabajadores. No obstante, un Estado del bienestar plenamente desarrollado sería una novedad. La informacionalización del Estado de bienestar también supone la aplicación de la tecnología de la información a lo fines del bienestar social y la renovación de las estructuras del Estado de bienestar mediante una organización en red más dinámica. Este tipo de innovaciones aumenta la productividad de los servicios públicos y alivia las presiones financieras del Estado de bienestar.
Tales retos han adquirido una importancia creciente en el contexto actual de contradicciones sociales relacionadas con el aumento de la injusticia y la exclusión sociales. En este entorno mundial, el mayor reto global del modelo finlandés es que nos ofrece un ejemplo de cómo podría ser en la práctica el Estado informacional del bienestar.

* Fuente: Manuel Castells y Pekka Himanen “El Estado de bienestar y la sociedad de la información. El modelo Finlandés.” 2002. El texto citado corresponde a la primera parte del capítulo 4 – El bienestar de la nación.
Los paréntesis corresponden generalmente a referencias a diagramas y figuras.

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