03 junio 2011

Joseph Stiglitz: "Reestructurar la deuda no es el fin del mundo" - La Vanguardia 04/06/2011

La Vanguardia, por Manuel Estapé, 04/06/2011.-

El Nobel de Economía de 2001, Joseph Eugene Stiglitz, no defraudó ayer en Sitges alertando, en las jornadas del Cercle d'Economía, acerca del círculo vicioso de la austeridad fiscal concertada por los gobiernos de la zona euro. En menos de media hora, realiza un balance crítico de la gestión de la gran recesión a cargo de Obama mientras se burla del tabú existente acerca de una reestructuración de la deuda de países como Grecia.

Obama empezó a decepcionar desde que entró en la Casa Blanca con Lawrence Summers como principal asesor económico y promocionando a Timothy Geitner... Del "yes, we can (change)" al "no, we won't". ¿Tan poderoso es Wall Street?

Es cierto que el perfil de su equipo económico no era un buen presagio. Se trataba de quienes a mediados de los años noventa fomentaron políticas de desregulación financiera que permitieron todos los excesos y favorecieron rescates que anularon la noción de riesgo. Así que desde luego no podía ser el equipo responsable de una nueva política económica. A partir de ahí se puede analizar su actuación ante la gran recesión. En primer lugar, era necesario un plan de estímulo keynesiano y el de Obama fue mucho mejor que el de Bush pero se quedó corto en los gastos de infraestructuras. Y ello fue así porque el viejo equipo, los que generaron la burbuja financiera e inmobiliaria, les costó darse cuenta de la magnitud del desastre. Obama se equivocó también al dejar que el Congreso enmendara su plan de estímulo dando demasiado énfasis a los recortes de impuestos e incluyendo favores a distintos sectores. La segunda prioridad consistía en ayudar masivamente a los estados. Todos menos uno deben equilibrar sus presupuestos reduciendo el gasto en la misma proporción que bajan los ingresos por la recesión. Resultado, hoy hay menos empleados públicos que en 2007, el sector público ha agravado el desempleo en lugar de actuar de forma contra cíclica.



¿Y la gestión de la crisis hipotecaria?

Insuficiente. Obama rechazó una ley que habría permitido reestructurar las deudas hipotecarias. Resultado: siete millones de familias han perdido sus casas y se espera que dos más las perderán este año. Y los últimos datos muestran otra aceleración de la caída de precios que supera ya la registrada en la Gran Depresión. Es un desastre total.

Obama acabó plegándose a Wall Street en la regulación financiera.

El acierto principal fue evitar el colapso del sistema financiero. El lado negativo fue el de no exigir condiciones a cambio de un rescate de 800.000 millones de dólares. No evitó las excesivas primas de los operadores, no supo combinar incentivos con sanciones. Y eso en términos de cohesión social ha sido un desastre, rescatar a la banca y despreocuparse de los embargados y desempleados... Otro error ha sido no prohibir que las entidades financieras respaldadas por el fondo de garantía de depósitos puedan realizar sus apuestas en los mercados de derivados, arriesgando el dinero del contribuyente. Porque el objetivo es conseguir que los bancos vuelvan a prestar dinero, a financiar la economía real. La última omisión fue no afrontar el problema de los bancos demasiado grandes para quebrar. El problema es aún mayor que antes de la crisis, pocos bancos, muy, demasiado, grandes.

Con Mario Draghi, parece que los líderes europeos se inclinan por el sistema estadounidense. Pasar por Goldman Sachs, experto en contabilidad creativa al servicio de Grecia, es un plus. ¿Le conoce?

No le conozco muy bien pero sé que es brillante. Sí recuerdo que fue encargado de dirigir el Consejo de Estabilidad Financiera tras la crisis del sudeste asiático de 1997 y 1998. Tenía como misión proponer medidas de regulación y supervisión para evitar que se reprodujeran nuevas crisis financieras. Juzgue usted mismo si tuvo éxito. En cuanto a Goldman Sachs, ya han sido sancionados, se les está investigando y puede decirse claramente que se pasaron de la raya (diseñando productos incomprensibles, utilizando información de clientes en beneficio propio, etcétera). No sé si los responsables monetarios o Draghi aprendieron la lección. En septiembre, Ben Bernanke, uno de los arquitectos de la crisis, ¡reiteró su fe en la ciencia económica!

La zona euro vive momentos difíciles.

El asunto central es la reestructuración de la deuda. Los responsables del Banco Central Europeo dicen que es impensable. Tenían que haber pensado antes, cuando permitieron que los bancos se endeudaran más allá de lo razonable y operaran con derivados financieros. La regulación habría podido evitarlo y excluir ahora la posibilidad de una reestructuración aludiendo al enorme volumen del problema es un error. La historia demuestra que una reestructuración ordenada de la deuda soberana es posible. Porque, no debe olvidarse, que sin crecimiento económico es imposible devolver las deudas. Y tanto en la zona euro como en Estados Unidos las políticas simultáneas para reducir el déficit público equivalen a condenar a sus economías a cinco o diez años de estancamiento. Y con un crecimiento débil se recaudan pocos impuestos y no se reduce el déficit público.

¿Y en el caso de Grecia?

Repito: sin crecimiento no puedes pagar tus deudas. Una reestructuración ordenada es posible. No es el fin del mundo. Es grave para los accionistas y los inversores en deuda soberana. Pierden dinero pero no lo pierden todo. Se trata de poner a los contribuyentes, a los trabajadores, a los propietarios hipotecados, por encima de los banqueros. Y, en el peor de los casos, siempre queda la posibilidad de una salida del euro para ganar competitividad.

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