El País, editorial, 12/08/2010.-
Los mercados han reaccionado con miedo al análisis de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, que reconoce el parón en la recuperación económica y sugiere la posibilidad de una recaída en la recesión. Según la Fed, la reactivación de la economía es más lenta de lo previsto, el crecimiento del consumo es muy débil por el elevado nivel de paro: en julio se destruyeron más de 130.000 puestos de trabajo. Por todo ello, Ben Bernanke, presidente de la Fed, decidió mantener los tipos de interés entre el 0% y el 0,25% y anunció que reinvertirá los pagos del principal que reciba de las inversiones en títulos hipotecarios en deuda del Tesoro a largo plazo. En una situación de incertidumbre sobre la recuperación es crucial mantener a pleno rendimiento la máquina de financiación de la economía.
Bernanke, igual que el Banco Central Europeo (BCE) días antes, no dijo nada que los inversores no supieran ya. El riesgo de una recaída (double-dip recession) existe porque en Estados Unidos y en Europa no acaba de romperse el anillo fatal que encadena desempleo con bajo consumo y con inversión deprimida. Si las Bolsas europeas cayeron ayer de forma significativa (y la que más, el Ibex 35, que bajó nada menos que el 3,21%) fue porque empieza a palparse la ralentización del crecimiento, porque Reino Unido también ha revisado a la baja sus previsiones para 2011, porque hasta China muestra alguna debilidad en la actividad industrial y porque las disposiciones de Bernanke confirmaron que la situación puede ser más grave que una pausa circunstancial en la salida de la crisis. En síntesis, ayer se registraron nuevas carreras de los inversores para refugiarse bajo el bono alemán.
Hay información suficiente ya para admitir que se precipitaron quienes dieron por concluida la recesión y avanzaron que la recuperación era un hecho. Este error es aplicable a Estados Unidos, a la Unión Europea y, por supuesto, a España, donde la reactivación es todavía una sombra sin cuerpo. Si se acepta esa afirmación, indudablemente cierta para las Bolsas, la reflexión siguiente es si algunas políticas excesivamente restrictivas en Europa, pilotadas por Alemania, no estarán actuando como un freno añadido a la renqueante recuperación. La zona del euro debería plantearse al menos la conveniencia de que no todas sus economías apliquen al mismo tiempo ajustes presupuestarios.
Pero la situación peor es instalarse en políticas de vaivén. El Gobierno español decidió aplicar un plan drástico de austeridad que implicaba un recorte significativo del gasto. El martes, el presidente del Gobierno amagaba con otro bandazo al sugerir que se corregirá el recorte de inversión en infraestructuras. El anuncio tiene sentido si el Ejecutivo explica qué partidas recortará a cambio de la nueva inyección inversora; o si aclara cómo se financiará la nueva inversión, de forma que el compromiso de ajuste presupuestario se respete. Nada de todo esto se ha detallado.
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