El País, editorial, 14/08/2010.-
Europa se aleja a toda velocidad de la recesión. Las estadísticas conocidas ayer indican que el PIB de la zona euro creció durante el segundo trimestre del año en el 1% sobre el trimestre anterior (una aceleración insólita del crecimiento sobre el 0,2% registrado en el primer trimestre), con una subida interanual del 1,7%. Todas las economías principales del área euro han dejado atrás la recesión. De forma brillante en el caso de Alemania, que registró una recuperación trimestral del 2,2%, calificada como vertiginosa por la Oficina Federal de Estadística; y de forma más modesta, pero firme, en el caso de Francia, que se apuntó una subida trimestral del 0,6%.
La fulgurante recuperación de la economía alemana está fundada principalmente en el crecimiento de sus exportaciones (aumentaron casi el 30% en junio de este año respecto a junio de 2009), explicable por la depreciación moderada del euro y por una cierta reactivación del comercio internacional. Pero también se explica por el dinamismo de su sector exportador, y en este capítulo ha tenido que ver el carácter de referencia de los activos financieros e industriales alemanes. Los ajustes fiscales decididos por el Gobierno de Angela Merkel han mejorado los precios relativos de la economía alemana, y los mejorarán todavía más en el transcurso del año. El caso contrario es el de Grecia, primer perjudicado por la carrera de ajustes presupuestarios competitivos que proliferan en toda Europa.
Existe una lectura más pragmática de la "vertiginosa" recuperación alemana. El ministerio de Economía español tendrá por fin una percha de la que colgar las expectativas de recuperación; si Alemania funciona, todas las economías europeas acabarán por beneficiarse de ello, y la española entre ellas. Para ser exactos, el tirón alemán, novísimo en cuanto que hasta ayer no tenía confirmación estadística, es el único argumento macroeconómico que puede esgrimirse para defender que la economía española puede tener un crecimiento sostenido en 2011. El INE confirmó ayer que el crecimiento en el segundo trimestre fue del 0,2%, que no es precisamente un prodigio de intensidad (desde luego, insuficiente para pensar en creación sustancial del empleo) y que se espera un empeoramiento en el tercer trimestre.
El problema para economías como la española es que el escenario económico cambia por completo. Con tasas trimestrales de crecimiento en el conjunto de Europa del 1% y del 2,2% en Alemania, con Francia e Italia en fase de recuperación apreciable, las autoridades económicas europeas y el BCE en particular pueden empezar a retirar todo el andamiaje de facilidades crediticias y otras muletas fabricadas para sobrellevar la recesión. En Alemania suben de tono las voces que reclaman el final de los planes de estímulo económico y saludan los beneficios de los ajustes fiscales. La euforia por el crecimiento alemán tendrá sin duda efectos secundarios.
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