19 agosto 2011

Moderación del crecimiento - editorial - El Mercurio - 17/08/2011

El Mercurio, editorial, 17/08/2011, extracto.- Poco a poco las expectativas de crecimiento para 2012 comienzan a converger en torno al cinco por ciento, cifra bastante inferior a la que se registrará en 2011, que se situará, con alta probabilidad, entre 6,5 y siete por ciento. La causa más inmediata de esto es el retiro de los estímulos monetarios y fiscales que las autoridades acordaron después de la crisis de 2008 y 2009. El gasto público ha estado creciendo a tasas muy moderadas, para recuperar en plazos razonables los equilibrios fiscales que se perdieron durante la crisis. A su vez, el Banco Central inició en junio pasado un alza gradual en la tasa de política monetaria, que la llevó de 0,5 al actual 5,25 por ciento. Ambas acciones han estado restándole fuerza a la demanda agregada y, por esa vía, al crecimiento de la actividad. Las estimaciones para 2012 también están influidas por el deterioro de las condiciones internacionales. Estados Unidos ha tenido dificultades para recuperarse y se espera que este año y el próximo su crecimiento sea algo inferior al originalmente estimado. Hay voces que advierten que la economía más grande del mundo podría caer nuevamente en recesión, pero ése es un escenario de muy baja probabilidad. Más preocupante es lo que ocurre en Europa, donde las situaciones fiscal y financiera de Italia y España siguen siendo complejas. El mecanismo que origina las complicaciones son los mercados de bonos, que elevan su tasa de interés, incrementando el servicio de la deuda para los países en riesgo y reduciendo sus precios, lo que afecta los activos de importantes bancos de ese continente. El Banco Central Europeo ha estado comprando bonos para evitar estos problemas, y se ha constatado que lo ha hecho a un ritmo mucho mayor que el previsto. En este cuadro, es inevitable un ajuste a la baja en el crecimiento de esas economías. Con todo, eso será amortiguado por los buenos desempeños de Alemania y Francia. Las economías emergentes -incluida la chilena- serán afectadas, aunque en una proporción acotada, por el menor dinamismo de los países más desarrollados. Este fenómeno ya se está notando, por ejemplo, en la leve caída del precio del cobre. Este menor crecimiento esperado también revela que no se han hecho reformas suficientes para asegurar un crecimiento potencial de la economía chilena en torno a seis por ciento. En estos días se conocerán las estimaciones del comité de expertos convocado por el Ministerio de Hacienda para evaluar el crecimiento de largo plazo de la economía chilena. Este parámetro es clave para definir los ingresos estructurales del fisco chileno y contribuir a determinar el marco presupuestario del próximo año. Es muy probable que este ejercicio arroje una cifra cercana al cinco por ciento. El actual gobierno hizo del crecimiento un eje de su gestión, postulando que trataría de llevar la expansión de tendencia al seis por ciento. La realidad indica que ese propósito está insatisfecho, y si el Gobierno no apura los cambios que aseguren esa posibilidad, no podrá cumplir con un compromiso central de su agenda. El impulso a la competitividad es un factor importante para estos efectos, pero su progreso parece haber perdido fuerza. Se requieren, además, cambios profundos en nuestra legislación laboral, que en su estado actual es un impedimento para elevar el crecimiento de nuestra economía. Después de algunas vacilaciones, el Gobierno parece inclinado a abordar este desafío, pero aún es confuso el panorama, y su capacidad de articular un buen proyecto va disminuyendo a medida que pasa el tiempo. Se ve también un importante rezago en modernización del Estado y en reformas pro innovación. El Gobierno pasa por momentos políticos complejos. Una buena forma de enfrentarlos sería promover con decisión un impulso al crecimiento.

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