14 octubre 2005

Políticas públicas y futuro iberoamericano.

15ª CUMBRE IBEROAMERICANA

TRIBUNA: RICARDO LAGOS Y JORGE SAMPAIO

Fuente: EL PAÍS - Internacional - 14-10-2005

Nuestra visión conjuga libertad con equidad, crecimiento económico con justicia social

Para Iberoamérica este 2005 puede ser un buen tiempo de rearticulación y puesta al día. Lo que emergió claramente con un sentido conmemorativo se convierte hoy en una oportunidad política mayor. Son tiempos de globalización y, por ello, son tiempos de relación entre regiones donde las identidades juegan un papel esencial.

Iberoamérica ha hecho la tarea en muchos campos. Está lo cultural, lo político, lo social, lo económico; están las dimensiones educacionales y artísticas; están las interacciones de la sociedad civil. El español y el portugués son nuestros idiomas para construir puentes de cercanía. En suma, hay razones para afirmar que Iberoamérica está llevando adelante el concepto de unidad en la diversidad.

Pero hoy es necesario ir más allá. Los desafíos del siglo XXI y las exigencias a las cuales nos convoca la globalización obligan a pensar en una "transversalidad iberoamericana" más profunda. Aquella construida desde grandes consensos políticos sustentados en el modo de ser y hacer de estos pueblos.

Es la tarea esencial a la cual nos llama la XV Cumbre Iberoamericana en Salamanca. Nosotros, presidentes de Chile y Portugal que tendremos la última oportunidad de participar en este encuentro en representación de nuestros países, creemos que podemos entregar una reflexión especial para el presente y futuro de esta comunidad de naciones.

Hoy que ya se ha puesto en marcha la Secretaría General Iberoamericana, vemos que están dadas las condiciones para trabajar en conjunto en el desarrollo y ejecución de "nuestras políticas públicas" desde las cuales se hagan realidad los propósitos reiterados en las diversas declaraciones previas a esta Cumbre.

¿Por qué poner el acento en las políticas públicas? Porque es allí donde cabe ir asentando un paradigma de trabajo, cuyo propósito central sea el impulso al crecimiento económico llevado adelante en concordancia con programas serios y eficientes de desarrollo y justicia social en una mirada que, a partir de nuestras experiencias y convicciones, complemente y vaya más allá de aquellas recetas entregadas por el llamado Consenso de Washington a comienzo de la década de los noventa.

Mientras aquel planteamiento -cuyo eje se instaló en el libre mercado y los equilibrios macroeconómicos-, presionaba en Latinoamérica, el diálogo iberoamericano comenzó en 1990 su búsqueda de propuestas propias y de modernidad.

A quince años del comienzo de esa tarea podemos levantar una alternativa clara. Una perspectiva de acción que vemos reflejada en las palabras de bienvenida del actual presidente del Gobierno español: "Iberoamérica aspira a crear un modelo de espacio común en pro de la democracia, de la cohesión social y territorial, del desarrollo sostenible y de los derechos humanos".

Esta propuesta se basa en la convicción de que el Estado, tanto sus instituciones como los espacios público-privados tienen un importante papel de orientación estratégica a desempeñar en un proceso de desarrollo sustentable. El mercado es indispensable para el funcionamiento de la economía, pero es también a partir de las entidades públicas y de los ciudadanos que emergen las opciones para entregar equidad y horizontes comunes a un país.

Lo primero es remarcar que necesitamos pasar de las palabras a los hechos. En nuestras diversas declaraciones hemos colocado metas que sólo admiten una lectura y obligan a la acción.

Ir al mismo paso. En las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, América Latina y las naciones de la península Ibérica fuimos en un andar desacompasado. Tras aquella conflagración las veintiuna naciones latinoamericanas fueron actores claves en la conformación de Naciones Unidas. Allí nos jugamos por definir un orden multilateral donde los derechos humanos, la autonomía política, el crecimiento económico, la paz y el desarrollo social caminaran a la par. España y Portugal vivían tiempos de autoritarismos. Y cuando en estas naciones comenzaron a respirarse aires de mayor libertad y democracia, la mayoría de las naciones al otro lado del Atlántico estaban bajo el peso de las dictaduras, la falta de libertad o las confrontaciones fratricidas.

La historia hizo que comenzáramos a tener un andar común, de talante democrático, sólo con la llegada de la década de los noventa, precisamente cuando comenzamos a conjugar con otra mirada y una voz común el sentido de lo iberoamericano.

La democracia nos da confianza y el estímulo para pensar con ambición: pensar en las mejores formas de aprovechar las oportunidades y prevenir los riesgos de la globalización, para dar respuestas concretas a los sueños y a las expectativas de nuestros pueblos.

Sabemos que existen diferencias importantes entre el debate europeo y el latinoamericano al hablar de bienes públicos y de políticas nacionales para ello.

En Europa se busca reformar el antiguo Estado benefactor, con el fin de mejorar la competitividad y permitir una mayor innovación tecnológica, sin sacrificar un conjunto de derechos ciudadanos al bienestar. En América Latina, en cambio, el debate se refiere a cómo lograr mayores niveles de equidad y de bienestar a partir de las necesarias reformas económicas que, en su mayor parte, ya se han logrado.

Quienes van por los países latinoamericanos -sean empresarios, políticos, académicos o artistas-, saben que en varias de nuestras naciones se hacen esfuerzos por conciliar las necesidades de economías muy abiertas en un mundo globalizado con las necesidades igualmente urgentes de solidaridad en sus sociedades. La libertad económica y la equidad no representan conceptos contrapuestos o incompatibles. Se puede estar a favor de una economía de mercado, pero es algo muy distinto impulsar una sociedad de mercado. Nuestra visión conjuga la libertad con la equidad, el crecimiento económico con la justicia social. Y esa visión queremos que predomine en el mapa iberoamericano.

La lucha contra la pobreza, el acceso a la educación y a la salud, la cohesión social y la defensa y la promoción de los derechos humanos son objetivos esenciales. Para alcanzarlos, el crecimiento económico es una condición necesaria, pero no suficiente. Compete al Estado conducir las políticas públicas que hagan realidad esos objetivos.

En el ámbito de la comunidad iberoamericana, debemos abrir un espacio de discusión amplia y participativa sobre la mejor forma de avanzar hacia esas metas: ¿Cómo elaborar políticas públicas que, a partir de situaciones muy diversas apunten hacia los mismos propósitos y a las mismas metas? ¿Qué mecanismos y programas podemos crear para analizar y comparar experiencias, de modo de identificar las mejores prácticas? ¿Cómo concebir programas destinados específicamente a la formación de peritos y altos funcionarios capaces de conducir las políticas públicas con eficiencia y calidad, como ocurre con otras instituciones de alto prestigio internacional?

Una entidad -probablemente asentada en la península Ibérica para el mayor acopio de experiencias entre mundo desarrollado y en desarrollo-, debiera ser el motor de ese propósito.

De lo que se trata es de avanzar entre nosotros una práctica de políticas públicas sustentada, precisamente, en una transversalidad iberoamericana mayor. Una suerte de testimonio en la globalidad, donde lo que somos y hagamos sea un aporte en la mesa hemisférica, en el caso de los latinoamericanos, y un identidad especial en la mesa europea, en el caso de España y Portugal.

Ricardo Lagos es presidente de Chile y Jorge Sampaio es presidente de Portugal.

09 octubre 2005

La sociedad de la información y el Estado de bienestar. El modelo finlandés.(II)

Manuel Castells y Pekka Himanen*

El bienestar de la Nación.(II)

Los principales componentes del Estado finlandés del bienestar han sido la educación gratuita (no existen los aranceles académicos desde el nivel preescolar hasta la universidad, y los libros de textos y el comedor escolar son gratuitos hasta la enseñanza secundaria; además , todos los estudiantes universitarios perciben una beca de estudios), servicios sanitarios muy baratos (centros sanitarios gratuitos en su mayor parte, hospitales con precios muy bajos, medicinas subvencionadas, asistencia sanitaria en el hogar) y la protección social mediante transferencias de renta (seguro de jubilación, de enfermedad, incapacidad, desempleo, subvenciones por hijo y complemento de la renta).

Además de ser gratuito, una característica clave del sistema ha sido su universalidad: el derecho al sistema de bienestar social se basa en la ciudadanía (o, recientemente, en la residencia), por lo que el nivel de beneficios sociales que tiene derecho a percibir una persona no depende fundamentalmente de su renta (aunque sí se tiene en cuenta la renta y las necesidades individuales). El tercer rasgo característico es la naturaleza, en gran medida pública, de este sistema: el sector público provee de la mayoría de los servicios de bienestar social (por ejemplo, prácticamente todos los centros de enseñanza primaria y secundaria y el 76% del gasto sanitario son públicos)(…).


Éste es el sistema que subyace a los bajos niveles de injusticia social y exclusión de Finlandia. (…)

En cuanto a la perspectiva temporal del surgimiento de la sociedad de la informacional: para entender cabalmente la tendencia del Estado finlandés del bienestar, ésta se debe considerar a partir de los años sesenta:

Los datos muestran que en Finlandia la tendencia general de la injusticia social y la exclusión es descendente, o a lo menos se mantuvo en un nivel bajo y estable durante los principales años de emergencia de la sociedad informacional, es decir entre 1966 -1990. Como se ha mostrado en la introducción, esto está en claro contraste con lo sucedido en los Estados Unidos, donde el paso de la sociedad industrial a la sociedad informacional invirtió las tendencias y llevó a niveles muy altos la injusticia social y la exclusión.


El período 1990-1993 debería considerarse la piedra de toque definitiva del Estado de bienestar en Finlandia. La recesión también estuvo relacionada con el paso hacia la economía informacional global. Tuvo sus causas en una combinación del fracaso parcial de la liberalización de los mercados financieros (el momento crítico para la formación de los mercados financieros globales), lo que determinó que tanto empresas como individuos acumularan deudas basada en la sobrevaloración de los activos inmobiliarios, y la recesión simultanea de las economías occidentales (otra crisis capitalista que superaron) junto con el colapso de la Unión Soviética (debido al fracaso del comunismo en su adaptación al informacionalismo), que eran los principales mercados de Finlandia.

El Estado informacional del bienestar

Como se aprecia, las observaciones empíricas apoyan la conclusión de que el modelo finlandés combina una economía informacional dinámica con una mayor justicia social y protección colectiva del trabajador- antiguos objetivos del Estado de bienestar tradicional. Esta justicia social y la protección colectiva del trabajador es mayor que la que resulta de la tendencia global. Sin embargo, ya no se trata del antiguo tipo de Estado de bienestar, que frecuentemente no se veía más que como mitigador de los peores efectos de la economía y que ocupaba un posición fundamentalmente defensiva frente a ésta. Al principio de este capítulo propusimos el concepto de “Estado informacional del bienestar” que forma un círculo virtuoso con la economía informacional.

Hay varios nexos importantes entre ambos. En primer lugar, la sociedad informacional finlandesa crea la base financiera del Estado de bienestar. Sin los ingresos fiscales, la sociedad no podría financiar su Estado del bienestar. Y sin una mayor productividad, los impuestos serían inaceptablemente elevados. Por consiguiente, la sociedad informacional necesita crecer más deprisa que los costes del Estado de bienestar.

La economía también requiere una productividad competitiva para que las empresas sigan en el país. Solo puede haber mayores costes laborales y sociales si ayuna mayor productividad; de otro modo, las compañías se trasladarán a otro lugar con una menor presión fiscal. Por tanto, en principio, la economía informacional y el Estado del bienestar no son antagonistas, sino que una economía informacional que funcione bien es un requisito de un Estado del bienestar generoso. Finlandia solo pudo mantener su Estado del bienestar, incluso en un período de grave recesión, mediante la transformación de su economía.

Sin embargo, a largo plazo la economía informacional requiere una dimensión social sostenible. De hecho, la idea de que la economía informacional es un requisito del Estado de bienestar podría presentarse al revés: dada la fuerte oposición actual a la globalización, podría ocurrir que sin una dimensión de bienestar social global más fuerte, la economía informacional tenga que enfrentarse a una oposición tan dura que su desarrollo se haga extremadamente volátil o insostenible. Por este motivo, la economía informacional global podría tener como requisito un tipo determinado de Estado del bienestar. Desde esta perspectiva, Finlandia ha conseguido proseguir su transformación en una economía informacional durante la recesión porque el Estado del bienestar hizo socialmente aceptable su desarrollo. Por supuesto, otro de los nexos clave entre ambos es que la aportación pública de educación, salud y seguridad social garantiza un número suficiente de personas altamente calificadas y en buenas condiciones para trabajar en la economía informacional. Como resultado de este círculo virtuoso, los finlandeses siguen manifestando un fortísimo apoyo al Estado del bienestar (…)

Por tanto, lo que estamos contemplando en el modelo finlandés es un nuevo Estado informacional del bienestar. El núcleo es el círculo virtuoso de economía informacional y Estado del bienestar.

* Fuente: Manuel Castells y Pekka Himanen “El Estado de bienestar y la sociedad de la información. El modelo Finlandés.” 2002. Los parrafos citado corresponden al capítulo 4 – El bienestar de la nación.
Los paréntesis corresponden generalmente a referencias a diagramas y figuras.

06 octubre 2005

La penetración de Internet en Chile está estancada en un 36%. Agosto de 2005.

Los resultados del análisis comparado por países se expusieron el 26 de julio en un encuentro mundial

LA PENETRACIÓN DE INTERNET EN CHILE ESTÁ ESTANCADA EN UN 36 POR CIENTO, REVELA ESTUDIO WIP DE LA UC

3 de agosto de 2005

Contradiciendo los estereotipos, el usuario de internet en Chile practica más deporte que el no usuario, sale con más amigos y se contacta socialmente con más gente. Además consume menos televisión y menos radio que el no usuario, pero lee más el diario. Respecto a su productividad laboral, la gente no siente que si le quitaran el acceso a internet disminuiría su rendimiento. El dato lleva a concluir que en el trabajo se estaría utilizando el acceso a la web sobre todo para jugar y recrearse.

Los resultados pertenecen al estudio WIP, World Internet Proyect, que se realiza en Chile desde el 2002 a cargo de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, junto a la Escuela de Ingeniería y al Instituto de Sociología. El proyecto es liderado por el Center for the Digital Future de la Universidad de Southern California, en Estados Unidos, y se desarrolla en más de 20 países desde hace seis años. El equipo de la UC junto a la Cámara de Comercio también se ha hecho cargo del Proyecto BIT, que analiza el impacto de las tecnologías de información en el ámbito económico y de negocios y que tiene su núcleo en la Escuela de Negocios de la Universidad de California en Los Angeles.

El WIP es un estudio de cómo la gente usa internet en su vida cotidiana y se caracteriza porque también incluye una encuesta a los no usuarios, porque se aplica periódicamente y porque permite comparar las realidades de distintos países. En Chile la información se recolecta en Santiago, la Quinta y Octava regiones y permite elaborar un amplio perfil de los entrevistados, incluyendo aspectos como optimismo tecnológico, tiempo libre, uso y horas de conexión, etc.

Este año la reunión anual de trabajo de los países miembros del WIP/BIT se realizó en la Facultad de Comunicaciones de la UC entre el 26 y el 28 de julio. Además de hacer una síntesis comparada de la realidad de los países americanos, europeos y asiáticos, los participantes entregaron su interpretación respecto a los avances y el impacto social de la tecnología.

El porcentaje de usuarios, definidos como las personas que en los últimos tres meses se conectaron por lo menos una vez, era de 36 por ciento el año pasado, un punto más que el 2003. La tendencia, explica el director del WIP/BIT Chile, Sergio Godoy, es a un estancamiento. En los países de mayor desarrollo también se está llegando a un techo de la penetración, pero con niveles de usuarios de 77 por ciento.

Aún así, Chile está bastante adelantado comparado con el resto de América Latina -Argentina tiene un nivel de penetración de 15 por ciento- y se iguala a Italia y España y a los países con mejores índices de Europa Oriental. «El problema que tiene internet a mi juicio es que no se aprovechan todas las posibilidades del instrumento. La gente al final lo usa básicamente para enviar e-mails», afirma Godoy.

Las razones por las cuales la gente se conecta a internet son muy distintas de un país a otro. Los investigadores italianos, que llevan estudiando este tema desde 1995, encontraron que un gran predictor del acceso tenía que ver con la cantidad de amigos y parientes conectados, con los cuales poder comunicarse por correo electrónico. Este dato está refrendado por un estudio más reducido que se hizo en siete países europeos entre el 2002 y el 2003. La conclusión fue que la gente de los países más mediterráneos se conectaba por razones sociales y los usuarios de los países nórdicos lo hacían por razones más concretas y utilitarias, como realizar transacciones bancarias o compras.

Aunque el equipo de la UC del Proyecto WIP/BIT todavía no ha hecho una comparación, han recogido algunos antecedentes que confirman esta tendencia en el país. Tener parientes y amigos usuarios también sería un importante predictor de uso de internet entre los chilenos.


Mayores informaciones:
Sergio Godoy, Facultad de Comunicaciones, teléfonos 354 2048 y 354 2016, e-mail sgodoye@uc.cl
Antonieta Sánchez, periodista, teléfono 354 2474, e-mail: asanches@uc.cl

05 octubre 2005

La sociedad de la información y el Estado de bienestar. El modelo finlandés. Un estudio de Manuel Castells y Pekka Himanen.

Manuel Castells y Pekka Himanen*

El bienestar de la nación (I)

La sociedad de la información y el Estado de bienestar

A pesar de su importancia central, la economía informacional, con las innovaciones técnicas que subyacen a ella, no constituye más que una dimensión de la sociedad red. Para los ciudadanos, la pregunta decisiva es: ¿con qué tipo de dimensión social se combina este desarrollo tecnoeconómico? (…)
En el ámbito de la justicia social, la tendencia global dominante es que la sociedad red se conecte con aquellas personas que tengan valor para ella (creando aún mayor valor para esas personas) y desconecte a quienes carezcan de valor para ella (disminuyendo aún más su capacidad para adquirir valor). El resultado es la creciente injusticia social. Por ejemplo, la desigualdad de rentas está aumentando en la mayoría de los países avanzados y ahora es sumamente grande. (…) En Silicon Valley y Singapur la renta de la quinta parte más rica de la población es diez veces mayor aproximadamente a la de la quinta parte más pobre. En Finlandia, la cifra alcanza aproximadamente un tercio de este nivel. La misma diferencia entre tendencia global y el modelo finlandés se muestra en los índices de Gini (…)
La tendencia global es un resultado de la decadencia del Estado de bienestar, cuya tarea era garantizar la justicia social mediante la educación, la sanidad y las transferencias de renta. En su forma extrema, la injusticia social lleva a la exclusión social, en la que las personas a las que se deja vivir en la miseria no pueden cambiar su destino salvo, quizá, recurriendo al crimen como medio de supervivencia. La exclusión social es difícil de medir, pero la tasa de población reclusa, que se suele emplear para estimarla, ofrece un indicador de la escala de la exclusión (…)
Con la aparición de los distintos tipos de exclusión, la tendencia global ha puesto en entredicho la idea de desarrollo inclusivo, que era la tarea del Estado de bienestar.
Además de justicia social, el concepto de Estado social en sentido más amplio incluía la protección colectiva de los trabajadores. La economía informacional también ha debilitado esa dimensión porque ha introducido el concepto de mano de obra informacional, que no ser refiere únicamente a la cualificación en tecnologías informacionales y a la importancia central del procesamiento de información (símbolos), sino también a la organización de trabajo en red: el trabajo se organiza en torno a compañías como una red de la que se conectan y desconectan las personas, según las variables necesidades de los proyectos, participando den ella de forma temporal, a tiempo parcial y a través del autoempleo. Esto tiene como consecuencia contratos individualizados y unos niveles de sindicalización globales muy bajos (…) Por tanto, la idea del Estado de bienestar de salvaguardar los derechos de los trabajadores mediante contratos entre el Estado, los empresarios y los trabajadores se está convirtiendo más bien en la excepción que en la regla.
La desaparición del Estado de bienestar se manifiesta no solo en estas tendencias observables, sino también en lo que no puede observarse: está muy difundida la impresión de que el informacionalismo y le Estado del bienestar son antagónicos, pese a que o se hay producido un debate serio acerca de cómo pueden combinarse. Sin embargo, la idea de un Estado informacional del bienestar es posible. Su núcleo es un círculo virtuoso en el que la economía informacional y el Estado de bienestar se nutren mutuamente, incluyendo los elementos tradicionales de justicia social y la protección colectiva de los trabajadores. No obstante, un Estado del bienestar plenamente desarrollado sería una novedad. La informacionalización del Estado de bienestar también supone la aplicación de la tecnología de la información a lo fines del bienestar social y la renovación de las estructuras del Estado de bienestar mediante una organización en red más dinámica. Este tipo de innovaciones aumenta la productividad de los servicios públicos y alivia las presiones financieras del Estado de bienestar.
Tales retos han adquirido una importancia creciente en el contexto actual de contradicciones sociales relacionadas con el aumento de la injusticia y la exclusión sociales. En este entorno mundial, el mayor reto global del modelo finlandés es que nos ofrece un ejemplo de cómo podría ser en la práctica el Estado informacional del bienestar.

* Fuente: Manuel Castells y Pekka Himanen “El Estado de bienestar y la sociedad de la información. El modelo Finlandés.” 2002. El texto citado corresponde a la primera parte del capítulo 4 – El bienestar de la nación.
Los paréntesis corresponden generalmente a referencias a diagramas y figuras.

01 octubre 2005

Chile y las tecnologías de la información. Editorial del diario "La Tercera"



Chile y las tecnologías de la información
Fecha edición: 01-10-2005

Chile empieza a explotar el potencial de estas tecnologías, un terreno en el que apenas da los primeros pasos. Pero es algo en lo que no debe cejar, porque la alternativa es el estancamiento.

Como nunca antes, Chile es hoy un país con posibilidades reales de alcanzar el nivel de nación desarrollada, incluso, durante la próxima generación. Una expectativa que se basa en los avances del país, sobre todo en las dos últimas décadas, en términos de desarrollo económico y social. Pero que se consiga el objetivo también depende de que el país no caiga en el error de creer que el camino recorrido garantiza que se mantendrá -casi automáticamente- el rumbo correcto.

Por el contrario, la rapidez de los cambios en el mundo global en el que Chile se inserta en forma creciente dicta la necesidad de dotarse cuanto antes de las herramientas que permiten crecer y prosperar en un entorno internacional altamente competitivo. Y para esto, la plena adopción e integración de las tecnologías de la información es un paso insoslayable.

Que cuatro de los cinco hombres más ricos de Estados Unidos, según la revista Forbes, pertenezcan a la industria informática, da cuenta de su potencial de crear riqueza. Pero la viabilidad de la sociedad de la información, de la cual internet es hoy el principal pilar (aunque no el único), descansa en el hecho de que las organizaciones, empresas y personas tengan acceso a las tecnologías necesarias y, por cierto, sean educadas en su uso.

Ello pasa, primero, por una infraestructura adecuada, algo en lo que Chile ha hecho claros progresos: 600 mil usuarios de banda ancha en cinco años así lo indican. Con todo, los costos aún son altos en comparación con países desarrollados y ello -que constituye una barrera significativa para los niveles de ingreso promedio en Chile- tiene que ver con temas que la industria de las telecomunicaciones y los entes públicos que la regulan no pueden continuar postergando. Que no se pueda explotar todo el potencial de internet por conflictos sectoriales no resueltos tiene un costo difícil de dimensionar: los países que los resuelvan primero obtendrán ventaja competitivas considerables.

Sin embargo, sólo una población educada en el uso de las tecnologías de la información podrá sacarles el máximo provecho. Y eso requiere un decidido impulso estatal y privado tanto a iniciativas que hagan más accesible productos como el PC y la banda ancha, como asegurarse de que las personas adquieran las herramientas conceptuales para usarlos: es un aprendizaje indispensable. Los recursos que se inviertan en ello generarán un retorno difícil de cuantificar, pero no por ello menos real.

Hay señales de que Chile empieza a explotar el potencial de estas tecnologías. Portales de internet como el de del Servicio de Impuestos Internos, por ejemplo, son herramientas valiosísimas tanto para los contribuyentes como para el Fisco, como también lo son los distintos servicios públicos asequibles vía internet. Y la idea de susbsidiar el acceso a banda ancha conocida recientemente apunta a una clara conciencia de la importancia de que ésta sea una herramienta de amplia disponibilidad. Una iniciativa consistente, por lo demás, con programas como el de Mi Primer PC, que a pesar de algunas críticas, refleja voluntad de respaldar las palabras con hechos concretos.

Lo que distingue a las tecnologías de la información de otros importantes avances de la historia es que, por su relativo bajo costo -que puede llegar a ser cero en determinados esquemas- no sólo puede acceder a ellas una privilegiada minoría, como ocurrió, por ejemplo, con el teléfono o la televisión en sus inicios. Ello les da un carácter igualador que permite que, por ejemplo, pequeñas tiendas especializadas puedan competir con grandes cadenas; o que una Pyme tenga oficinas en varios países coordinadas a través de la red. También, por cierto, que personas comunes y corrientes puedan comunicarse en forma barata e instantánea con cualquier lugar del mundo, generando toda suerte de dinámicas y abriendo infinitas posibilidades.

Se trata de un terreno que Chile apenas comienza a explorar y explotar. Y de un esfuerzo en el que no debe cejar, porque la alternativa es, claramente, el estancamiento.